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Las medidas de confinamiento agravan estas situaciones

Estrés, ansiedad y depresión: los 3 factores que se producen por desgaste emocional en medio de la pandemia

cronica
29/06/2020 a las 18:43
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El sicólogo y académico de la UMAG, Eduardo Pino, señala que el desgaste se puede reflejar en un aumento en la inestabilidad del sujeto. Para la sicóloga de la misma casa de estudios, Rosa Martínez, el enclaustramiento puede derivar al consumo de drogas, alcohol y Violencia Intrafamiliar. Mientras que el sicólogo del IMO, Enzo Arias, dice que estos cuadros están afectando a todas las edades y no solo a los adultos, como en un principio.

Sensaciones de ansiedad, depresión y alteración del sueño son algunos de los patrones que se pueden estar repitiendo en cientos de hogares debido al confinamiento. De hecho, en estos últimos días también se ha visto cómo ha aumentado el consumo de alcohol -principalmente- en la Región Metropolitana que aún se encuentra en cuarentena. 
Los altos casos de Coronavirus en el país presagian que esta medida podría continuar por lo menos más de un mes, incluso se podría extender a las regiones donde se puede provocar una segunda ola de casos producto de rebrotes.
El sicólogo del Instituto Magallánico de la Obesidad (IMO) Enzo Arias señala que producto del confinamiento ha habido un aumento en la ansiedad específica y generalizada con respecto de realizar actividades diarias. Además -dice- que aparecen situaciones de estrés frente a las emociones que se viven de estrés agudo, pero que en estas situaciones de confinamiento y previo a éstos se podría producir un estrés postraumático. 
“Hay aumento de consumo de alcohol, tabaco, consumo de alimentos que generan obesidad y por supuesto síntomas ansiosos y depresivos. Hoy día la ansiedad y estos síntomas de estrés están en toda la población y también se está viendo en los niños porque no han podido retomar sus rutinas, al principio fue un efecto positivo, pero los niños están con un estrés determinado que también es transmitido por los adultos”, dice Arias. 
El experto añade que estas conductas se ven reflejadas es cuadros irritables y de estrés en los más pequeños, además de la angustia y alteración del sueño. “A los adolescentes también les pasa porque están más acostumbrados a salir y a tener contacto con sus grupos. Yo diría que estos cuadros están afectados a todas las edades”, agrega el sicólogo clínico.
Otros factores preocupantes
En tanto, la sicóloga de la Universidad de Magallanes (UMAG), Rosa Martínez explica que las medidas de cuarentena no son decisiones que se deben tomar a la ligera ya que afecta en demasía la salud mental y saca a relucir alteraciones sicológicas que están latentes, además de agudizar cuadros depresivos, agresividad, riesgo de suicidio y aumento de Violencia Intrafamiliar. 
“Para soportar el confinamiento la gente suele caer en la drogadicción o el alcohol y por supuesto se agudiza la ansiedad producto de la incertidumbre y las crisis de pánico. Lo que también se sabe es que posterior a todas estas situaciones viene el estrés postraumático que después son bastantes difíciles de manejar, y por lo tanto las personas muchas veces deben estar en tratamiento”, profundiza Martínez. 
Inestabilidad 
El sicólogo y académico de la Universidad de Magallanes, Eduardo Pino, sostiene que el desgaste emocional provocado por la pandemia no solo refiere a una atribución causal debido al enclaustramiento ya que también depende de la estabilidad en ámbitos de la vida que el individuo ya tenía cubierto antes de este fenómeno (plano laboral, económico y familiar). 
“El desgaste emocional puede influir en el sujeto reflejando una mayor inestabilidad en su funcionamiento, por ejemplo, con menor tolerancia a la frustración y menos paciencia ante las tareas que debe realizar, o las expectativas frente a la conducta de otros. Esto le lleva a tener más problemas interpersonales con quienes están a su alrededor”, explica Pino. 
“Otro aspecto que surge muchas veces es la labilidad emocional, referida a emociones inestables, reacciones exageradas ante situaciones que no eran relevantes, por ejemplo. Si dividimos las emociones en positivas y negativas, podemos clasificarlas en activas y pasivas. Las activas son la rabia, y las pasivas la tristeza. Cuando la persona pasa de una a otra de manera rápida e injustificada, entonces hablamos de labilidad emocional”, indica Pino.
El académico manifiesta que con el paso del tiempo el encierro provoca en muchas personas un acostumbramiento, se adaptan y cada vez manejan más sus nuevas rutinas, pero en otras puede darse un desgaste emocional que va acompañado con ideas negativas que retroalimentan el circulo vicioso, ya que el sujeto busca una coherencia pesimista más que ir en contra de los malos pensamientos y alcanzar el bienestar. 
“Todo esto va a desencadenar conflictos con las personas más cercanas, con las cuales ahora comparte el confinamiento, y a diferencia de otras ocasiones en que se alejaba de ellas, ahora debe permanecer en el mismo lugar. La mejor manera de abordar el desgaste emocional es abordarlo desde lo cognitivo, reconstruir y reinterpretar las ideas que provocan y alimentan la emocionalidad negativa para elevar el control sobre las situaciones”, concluye Eduardo Pino.

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