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Columna de Opinión

La elite: ¿Cuál elite?

columnistas
02/11/2020 a las 12:57
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Claudio Morán Ibáñez, abogado

Existe un constante referirse dentro del reducido léxico nacional, y despectivamente siempre, a una supuesta “elite” que ha concentrado egoístamente poder y privilegios en nuestro país, de manera que se opone en un contexto maniqueo, al “pueblo” el cual aparece marginado y supeditado a la voluntad de unos pocos, todo lo cual supuestamente seria superado por una  nueva constitución, la que aun no existiría...
Hasta aquí suena bonito. Pero cuando se analiza que se quiere decir con “élite”  encontramos una gran confusión conceptual entre quienes manosean la palabra, la cual es de raíz griega lo que seguramente pocos saben, y tiene significado: “los mejores”. ¿Puede alguien pretender que una comunidad, sociedad, empresa o lo que sea, exista, subsista y se proyecte si al frente no están “los mejores”, la élite? El problema es la inversa, lo que ocurre cuando al frente no están los mejores, sino los peores, y esos peores quedan en evidencia precisamente porque lo son, mediocres, ineptos, y sus dirigidos acusan la deplorable situación.
Pero el tema no es tan simple, porque las sociedades contemporáneas son muy complejas. Así debemos diferenciar a mi juicio tres grandes tipos de “élites”: a) la élite económica de un país. Se le identifica con los dueños de empresas especialmente grandes, despreciativamente se les dice “los ricos” que como no cabe extrañeza en todo grupo humano, tienden a proteger lo suyo, pero e casi cuatro décadas han demostrado ser eficaces en su acción ya que nadie puede discutir la economía del país creció como nunca antes en su historia. Enmendémoslo, esa élite tiene una función productiva de riqueza, no de distribución de la misma ni de dar solución directa de problemas sociales aunque de hecho muchos colaboren con ello a menudo mas anónimamente de lo que se sabe; b) Elite cultural. El sector de la población con mayores niveles tanto de educación formal como depositarios de cultura, la verdadera, la de todos los tiempos, aquellos que han hecho el leer, cultivarse, pensar y crear obras acorde a los cánones universales un modo de vida. A menudo se vinculan a la primera élite pero no necesariamente, ya que a menudo el mayor nivel cultural ayuda a acceder a mejores niveles económicos. Sin duda como grupo social está al debe en nuestro país, en que las élites culturales fueron menoscabadas por lo económico disociado de lo cultural porque se creyeron el mito de Fukuyama sobre “el fin de la Historia y el último hombre”, y lo creyeron con la caída de la Unión Soviética y el abrazo de China a la economía capitalista. “Es la economía, imbécil” su dogma, y es así como parafraseando a Axel Káiser, “en sus mansiones de lujo no hay lugar para un solo libro y las nanas peruanas hablan mejor que las patronas”. La élite cultural esta casi en extinción en miembros y en calidad. c) Y está la llamada “élite política”, vinculada a autoridades, parlamentarios, y muchísimos cargos públicos que incrementaron por siete el tamaño del Estado en 30 años. Muy de vez en cuando un miembro de la “elite económica” salta a esta “elite política”, creo que nunca uno de la escasa elite cultural-a la que la política naturalmente le repugna-, y es el estamento social que esta más al debe en la realidad, ya que solo consumen enormes recursos producidos por las actividades económicas, culturalmente están en su abrumadora mayoría muy debajo de la media y carentes de competencias para los cargos que asumen con mucha liviandad. Por ello no tienen respuesta ni soluciones que como “clase política” les corresponde, sino que simplemente no tienen capacidad para ello no obstante consumen gigantescos recursos que casi a diario se malgastan. Su única gran ocupación es prorrogarse en los cargos y altos niveles de ingresos que como particulares les serian inaccesibles. Entonces, simplemente no tenemos “élite política”, los que están en esa clase son acaso los peores, y ellos es gravísimo porque importa un país a la deriva histórica. Sin duda lo que afirmo, lo invito a revisar la trayectoria intelectual y privada de nuestros representantes y autoridades.
Toda obra y actividad humana es mejorable, ello incluye la de la élite económica, pero si no levantamos la élite cultural real careceremos de sentido, y si no reemplazamos esta falsa élite política que es cualquier cosa menos élite, estamos perdidos.

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