Los mamíferos marinos comprendidos por los delfines, ballenas y zífidos, entre los cetáceos; lobos marinos, focas y morsas, entre los pinnipedios; las nutrias, entre los mustélidos, y los manatíes y dugongos, entre los sirénidos, vuelven a ser foco central para la exportación de recursos pesqueros. Esto debido a la entrada en vigencia del reforzamiento de la Ley de Protección de Mamíferos Marinos (Marine Mammal Protection Act: MMPA) de Estados Unidos de Norteamérica, que establece sanciones y prohibiciones a las pesquerías de otros países que abastecen de productos pesqueros y acuícolas a Estados Unidos, sí estos incurren en malas prácticas que resulten en la muerte incidental o lesiones graves de mamíferos marinos que superen los niveles establecidos en dicha ley. Esto es también, en retrospectiva, singularmente irónico ya que Estados Unidos fue también uno de los países que causaron o aportaron al decline poblacional de muchas de las poblaciones de ballenas a nivel mundial y de algunas especies de lobos marinos en épocas de antaño, pero esto es materia de otra conversación.
Este nivel a que se hace referencia es el concepto denominado como Nivel de Remoción Biológica Potencial (Potential Biological Removal Level), que corresponde al número máximo de animales, sin considerar la mortalidad natural, que pueden o podrían ser removidos de una población de mamíferos marinos permitiendo mantener el óptimo sustentable de esa población. Así, se requiere que la captura “incidental” pesquera (y acuícola) pueda ser mantenida dentro de los límites que las poblaciones puedan soportar. De esta manera, para poder exportar productos pesqueros a Estados Unidos es necesario que los países pesqueros soliciten y reciban un ‘dictamen de comparabilidad’, y para recibir tal dictamen los países deben demostrar que tienen un programa regulatorio para reducir la mortalidad de mamíferos marinos y que además es comparable en eficiencia a las normas de Estados Unidos.
Sin embargo, un punto fundamental para establecer el nivel de remoción biológica potencial, y desde la cual se pueda recibir un dictamen de comparabilidad, es conocer el tamaño de las poblaciones de las especies de mamíferos marinos y su tendencia, un conocimiento que es casi ausente en nuestro país para las 41 especies de mamíferos marinos que habitan estacional o todo el año en el maritorio chileno. Las únicas excepciones son para el lobo marino común, que cuenta con estimaciones de abundancia a lo largo del territorio nacional y en el tiempo y que ha sido por largos años financiado por el Estado, y para dos especies de grandes cetáceos como la ballena azul en las aguas del golfo Corcovado y la ballena jorobada en el Estrecho de Magallanes.
Entonces, es una tarea titánica que el país y también los empresarios del rubro, ya que debiera ser una tarea compartida, tienen por delante, ya que se debe generar la información para responder la sencilla pregunta de ¿cuántos hay o cuántos habría?, al menos para aquellas poblaciones de especies de mamíferos marinos que interactúan con las principales actividades pesqueras y acuícolas como un inicio, pero que en la operatividad es tremendamente compleja, desde que se deben resolver varios obstáculos logísticos previos debido a la ecología tan disimiles de las especies con hábitat costeros y otros oceánicos, extensión de sus distribuciones en el maritorio y comportamiento, entre otros; y el obstáculo financiero, ya que indudablemente demanda recursos monetarios -que a juicio personal debiera ser compartido entre gobierno y privados involucrados- y humanos, los cuales deben a su vez mantenerse como un programa en el tiempo para determinar las tendencias poblacionales, de lo contrario cualquier esfuerzo para recibir el ‘dictamen de comparabilidad’ será en vano.