El lunes 24 de julio de 1961 se produjo un episodio dramático, una de las lanchas del imponente Crucero O´Higgins, que regresaba al buque desde el muelle de Punta Arenas, fue sorprendida por un fuerte temporal de viento y lluvia que la hizo zozobrar cuando ya llegaba al costado del buque.
De los 40 hombres que transportaba, 23 lograron salvarse. Instantes después y sin poder recobrar el conocimiento, fallecieron a bordo del buque insignia de la Armada, el sargento 1° José Lecaros Díaz de 41 años de edad, y el grumete Alfonso Llancalleo Álvarez de 18 años.
Fue en esos difíciles y dramáticos momentos, que a través de la luz de un proyector, se divisó la mano de un marinero que aferrado a un madero era arrastrado por las tenebrosas aguas del estrecho.
Heroico rescate
Sin vacilar los tripulantes de otra embarcación que también enfrentaba la furia del temporal lo arriesgaron todo para rescatarlo con vida, lo que se logró con éxito en una maniobra de alto riesgo, coraje, nobleza y hermandad marinera. Llevado rápidamente a bordo, logró sobrevivir a la tragedia.
Como se ha mencionado, esa noche había un fuerte oleaje a causa del viento y cuando la embarcación atracaba al crucero, colisionó contra el portalón, produciendo el fatal accidente, eran marinos que regresaban de franco a su unidad, los cuales sin lugar a dudas nunca pensaron en lo trágico de la jornada.
El remolcador “Intrépido”, el patrullero “Lautaro” y las lanchas de los cruceros en la bahía realizaron de inmediato una faena de búsqueda y salvamento en las inmediaciones del Crucero “O’Higgins”, tratando de recoger sobrevivientes o cadáveres.
Durante toda la mañana se procedió a reunir la relación completa del personal que pernoctó en la ciudad y poder restablecer fehacientemente el número e identificación de los desaparecidos. Una vez pasada la lista de los presentes en las unidades de la Escuadra, se pudo comprobar que faltaban en total 14 hombres, estableciéndose por las investigaciones hechas internamente, que de ellos 12 habían desaparecido, presumiéndose que habían perecido al volcar la embarcación, mientras que uno se daba como presunto desaparecido y otro más podría estar faltando a la lista.
La III Zona Naval comunicó que el resto del personal rescatado se encontraba totalmente recuperado y sin novedad.
El 26 de julio, se efectuó en la Iglesia Catedral una misa de réquiem en memoria de los marineros fallecidos, contando con la concurrencia masiva de la comunidad magallánica, la cual seguía los acontecimientos de búsqueda.
El 27 de julio se informó la aparición de dos cadáveres en la isla Tierra del Fuego. El entonces gobernador de Tierra del Fuego, Tomás Radonich Scarpa, y el alcalde Mar hicieron un amplio recorrido encontrando a orillas de la playa una balsa salvavidas conteniendo un remo, un flotador salvavidas grande, 53 chalecos salvavidas, 3 salvavidas circulares con un barril pequeño y un muñeco grande de lona.
Las especies pertenecían al Crucero “O’Higgins”, pues desde a bordo habían sido lanzadas al agua en procura de que el personal que viajaba en la lancha pudiera salvarse. Más tarde, un avión de la FACh avistó los dos cadáveres.
A pesar de todos los esfuerzos no fueron encontrados los cuerpos de aquellos marinos, siendo al igual que miles antes que ellos, arrastrados a las misteriosas profundidades del Estrecho de Magallanes.