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Columna de opinión

Cuando los líderes no dan el ancho

opinion
22/01/2023 a las 20:44
Pablo Oyarzo
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Andrés Montero J., Ingeniero Comercial U de Chile, Agricultor y Ganadero

No dar el ancho, se refiere a una persona que no cumple con las expectativas, o sea con lo que se esperaba de él o de ella. De acuerdo al profesor Jaime Campusano, “no dar el ancho, es un modismo que critica el ímpetu de creerse apto, sin tener las condiciones necesarias. No es despectivo, pero lo parece”.

Chile enfrenta situaciones de profunda complejidad. Para gobernar un país, dirigir un ministerio, administrar una empresa, representar al país como embajador, liderar un gremio empresarial, ejercer como parlamentario, asumir como general o almirante, ser director de una empresa, ordenarse de sacerdote, dirigir un colegio, proyectar la estructura de un edificio, ejercer como juez, comandar un buque o pilotear un avión, operar a un paciente del corazón, entrenar un equipo de fútbol o administrar un predio agrícola, se requieren competencias vinculadas al rol específico.

En los últimos 26 años, por mi actividad laboral, he entrevistado a casi 20 mil ejecutivos de distintas profesiones, orígenes y edades. Trabajo desde hace 44 años y en forma paralela he entregado parte importante de mi tiempo a organizaciones sin afán de lucro, educacionales, gremiales y de apoyo a personas vulnerables. Constato con gran preocupación, que una proporción importante de los ciudadanos que toman decisiones relevantes en Chile, no cuentan con las competencias necesarias.

Esta realidad es mucho más crítica en el sector público que en el privado. En el caso de los políticos, la responsabilidad de los desaciertos es de quienes los eligen, específicamente quienes sufragan. El nivel cultural de los chilenos que votan es cada vez más bajo, toda vez que los estudios serios indican que, al salir de cuarto medio, la mayoría no entiende lo que lee y no saben escribir adecuadamente. También es culpa de quienes se postulan a los cargos de votación popular, pues engañan a los electores ofreciendo todo tipo de promesas, las cuales no es posible cumplir por la propia incapacidad de los oferentes o por ser meras quimeras.

También hay responsabilidad de los que incitan a las personas a presentarse a cargos, ya sea por necesidad de cubrir una lista partidaria o para utilizarlos con otros fines. El espectáculo al que nos vemos expuestos los chilenos comunes, en las sesiones del Senado o de la Cámara de Diputados es preocupante. Muchos parlamentarios legislan en temas que no conocen o no entienden. Participan en comisiones que requieren conocimientos técnicos que no tienen. Lo más grave es que muchos de ellos piensan que están preparados para legislar. Si nos trasladamos al ya fallido proceso constituyente, podremos concluir que una mayoría de los elegidos para “proponer una nueva Constitución” eran ignorantes en la materia, algunos eran verdaderos ineptos y otros mentirosos.

En el actual gobierno de la nación, debemos empezar por el presidente, quien independiente de que fue elegido democráticamente, no tenía muchas de las competencias requeridas para ser presidente. No tenía experiencia laboral, no tenía título universitario, no tenía experiencia internacional, de finanzas y administración del Estado ni hablar. No tenía experiencia en manejo de equipos multidisciplinarios, no sabía de historia de Chile, no tenía conocimientos mínimos de protocolo y ha sido irrespetuoso de las tradiciones patrias, etc.

Finalmente era un joven rebelde, a lo mejor con buenas intenciones, quien estuvo dispuesto a pactar y seguir pactando con el partido comunista que tiene un prontuario nacional y mundial del terror.

El reciente caso indultos -prerrogativa presidencial indiscutible- demostró errores manifiestos a todo nivel. Los ministros de Boric, hasta ahora han sido un desastre, con algunas excepciones que están en evaluación pues solo llevamos 1 año de gobierno y algunos recién asumieron. Dejando la política y si analizamos las empresas del Estado que cambiaron, junto con el gobierno, a ejecutivos y directores por órdenes superiores, salvo algunos gigantes como el Banco Estado, se aprecian problemas en varias empresas y otras situaciones que preocupan. La discusión sobre el tren a Valparaíso es un botón de muestra, con infinidad de improvisaciones a la altura de sus actores. El rechazo al proyecto Dominga es otro caso de “desprolijidad”.

El problema de la salud que está haciendo crisis por la tozudez del gobierno, al igual que el sistema de pensiones. En temas de seguridad interna y de control de fronteras, participan personas sin experiencia o con ideologías personales que les impiden actuar como lo pide la ciudadanía o lo indica el sentido común. En las FFAA, Carabineros y PDI hemos presenciado algunos casos de corrupción que dañan el merecido prestigio de sus instituciones.

En el Poder Judicial, ejercen algunos jueces con evidentes sesgos que les impiden impartir justicia de manera objetiva. En la Fiscalía Nacional y sus equipos regionales, también hay casos de fiscales parciales que no rescatan el trabajo previo de las policías y que finalmente con exceso de celo defensor de imputados, perjudican los fallos para la decepción de las víctimas. El gobierno se adorna con titulados en la ARCIS, y otros provenientes de universidades mediocres. Una gran mayoría de los asesores de La Moneda y de los ministerios no ganaría ni la mitad de su sueldo en el sector privado y a muchos de ellos no los contratarían.

En el caso de los alcaldes vemos, por ejemplo, la Municipalidad de Santiago, cuya edil estudió economía, pero no tiene experiencia administrativa para lidiar con temas complejos que demandan “años de calle”. En otras municipalidades, también han surgido graves casos de corrupción, que dañan la imagen de municipios y decepcionan a los vecinos que confiaron en quienes los eligieron. En el caso de los candidatos a directores de empresas públicas y privadas, se ha producido una avalancha de candidatas para satisfacer las demandas de empresas y poder enfrentar la presión del medio, por “cuotas de género”.

Como en todos los grupos humanos, hay algunas que cumplen los requisitos y otras que no (sucede lo mismo con los hombres). Lo grave es que la mayoría cree que si los cumple. Si alguien quiere operar a un paciente del corazón, debe ser médico cirujano. No puede cualquiera tirarse a la piscina a operar, pues se va a morir el paciente. Con los países, las empresas y los gremios, pasa lo mismo. No basta tener el apoyo del pueblo, o de las bases o de los amigos.

El ser millonario por herencia o por trabajo propio, tampoco garantiza ser un buen líder o dar el ancho para ejercer posiciones públicas. Necesitamos que quienes quieran liderar tengan conciencia objetiva de sus capacidades y experiencia y no dejarse llevar por entusiasmos o apoyos transitorios. Los líderes deben ser prudentes, pero además sinceros y consecuentes.

El narcisismo es mal compañero de los líderes. Las organizaciones enfrentan problemas impredecibles y la valentía es una virtud para superarlos. Hablar de frente, sin ofender, pero sin adular.

Los líderes deben mirar el país como un todo, pues buscar soluciones para su grupo cercano, a la larga es un mal negocio. Los buenos líderes no son políticamente correctos ni hablan en difícil y deben tener opinión propia. Saben entrar a la cancha a tiempo, pero también retirarse a tiempo. Los líderes deben aprender de la historia de su país o de su empresa. ¿Qué pasó antes y porque pasó? Quienes dirigen deben contar con equipos preparados y además ser eficientes. Los líderes deben estar al lado de sus equipos, no solo teletrabajo que es la nueva droga de moda. Los números son importantes.

En el Chile de hoy han emergido decenas de miles de emprendedores, que tienen buenas ideas y proyectos, pero muchos menosprecian la administración de los negocios. La contabilidad, la elección del socio adecuado, los equipos humanos, la legalidad del negocio, los recursos necesarios y los tiempos requeridos, son parte de la ecuación. Lo mismo sucede con los alcaldes, pues la gestión debe ser eficiente, transparente y amigable con la comunidad. Las municipalidades manejan presupuestos importantes y se enfrentan a una infinidad de problemas diarios, que requieren de capacidades concretas. Para que Chile prospere y lleguemos algún día a considerarnos un país desarrollado, requerimos de líderes que den el ancho, no solo de líderes “que crean ellos que darán el ancho”. El grado de deterioro de nuestro querido Chile aumenta rápidamente y solo personas capaces, trabajadoras y patriotas podrán, con la ayuda de Dios, revertir esta tendencia.

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