Hace ya más de una semana volvimos a escuchar los bocinazos, a ser pacientes en algunos tacos y a soportar un caos vial en ciertos horarios en las calles de Punta Arenas. El fenómeno se incrementó con el ingreso a clases de los universitarios y estudiantes de la enseñanza técnico-profesional, y además de nuestros escolares. Una de las razones que explican esto es el incremento en el parque vehicular, el cual en 15 años creció de 37.546 a 75.532 (es decir se duplicó) en la Región de Magallanes, según el Informe Anual de Medio Ambiente del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). A nivel país la cifra asciende a los 5.968.980 vehículos. En los próximos cinco años Chile podría superar la barrera de los siete millones de vehículos. Si analizamos la información, nos danos cuenta de que en nuestra región hay un auto por cada 2 personas. Es alta la cifra, la proporción debe ser una de las mayores a nivel nacional, y ello radica en la necesidad del automóvil en la zona más austral del país y que es refrendado en la masiva molestia ciudadana por las continuas alzas en el precio de las bencinas. Una proyección de los últimos 10 años en el país apunta a que la tasa de motorización es de 83,7%, y Santiago está bajo el promedio, con 67,5%. En las regiones se produce una mayor densidad. Por estos días muchos estamos inmersos ya en la renovación de los permisos de circulación, cuyo costo en Magallanes es bastante menor que en el resto del país, y eso se agradece. Por esto mismo nos preguntamos, ¿por qué tenemos que seguir pagando los precios más altos de los combustibles? ¿Por qué definitivamente no se elimina en esta región el impuesto específico a los combustibles? Ahí se nos viene a la cabeza la mentada frase de que el auto acá no es un lujo, tal como la calefacción es una necesidad. Ojalá el Presidente magallánico Gabriel Boric se acuerde de su región y nos entregue algún beneficio que de verdad nos ayude a mejorar la calidad de vida. En un año, eso lo hemos extrañado.