21 de junio de 2025
El tiempo - Tutiempo.net

Avenida España #959
61 2 292900

Súmate a nuestras redes sociales

Ediciones Anteriores

Buscador de noticias

RECIBE GRATIS

Diario El Pingüino todos los días donde quieras.
Lo último de nuestras redes sociales
Columna de opinión

31 de octubre, Reforma Protestante: ¿dogma o memoria histórica?

opinion
29/10/2023 a las 14:44
Periodista Web 3
1208

Benjamín Escobedo, Teólogo e Investigador de Historia

Como cada 31 de octubre la historiografía europea recuerda la Reforma Protestante como un movimiento religioso surgido en el siglo XVI que supuso la ruptura de la cristiandad occidental entre católicos y protestantes. En el seno de la Iglesia disidente surgieron algunas voces, por ejemplo, la de Martín Lutero. Estas exigían una reforma para recuperar las enseñanzas del cristianismo de los primeros años. Lutero, católico agustino alemán, daría origen al luteranismo, una de las ramas principales del emergente protestantismo por aquel entonces. Ahora bien, no solo la figura de Lutero trasciende, sino también la de Juan Calvino y otros tantos a posteriori. Tal vez, estamos en presencia de una retórica religiosa más que histórica, de ahí que nuestra columna sugiera lo siguiente para profundizar en el debate; “31 de Octubre, Reforma Protestante: ¿dogma o memoria histórica?”.

Primero, los factores que motivaron la Reforma y su propagación por la Europa del siglo XVI fueron varias. Sin duda, estaba el descrédito de la Iglesia por la corrupción que salpicaba a los papas y los abusos morales, como también la venta de indulgencias para que los fieles compraran el pseudoperdón de sus pecados. Además, no debemos de olvidar que confluyeron intereses políticos y económicos. Lutero, nacido en 1483 en la localidad de Eisleben, buscó el apoyo de los príncipes alemanes para crear una iglesia nacional ajena a Roma, lo que la nobleza aprovechó en su pugna contra el emperador del Sacro Imperio, Carlos V, junto con ello, tampoco debemos relegar del contexto histórico las disputas entre el papa y el emperador, y los conflictos de este en Europa que, dicho sea de paso, permitieron que el protestantismo se robusteciera, difundido con el desarrollo de la imprenta. La Reforma Protestante fue un hito de corte político, social, religioso, cultural, entre varios otros prismas, por ende, resulta bastante inverosímil reducir dicho acontecimiento a don Martín Lutero, Juan Calvino y compañía como símbolo de exclusividad dogmática, claro, un peligro al cual muchas comunidades de fe en nuestro país sucumben, por ejemplo, la Iglesia Presbiteriana de Chile e Iglesia Bautista Reforma (que ya suena bastante extraño el nombre de esta última, ya que pareciera ser que un porcentaje del mundo bautista deseara abrazar más el calvinismo que su propia tradición). Sin duda, pensar en la Reforma Protestante, es releer su incidencia transversal a la sociedad, no solo abrazar cuestiones teológicas que, incluso, vienen a responder a una realidad sociopolítica propia del giro copernicano entre ese paso del mundo Medieval a la Modernidad. A veces, rememorar la Reforma Protestante resulta terminar haciendo una “idolatría in situ” de Martín Lutero y otros tantos como reflejo de piedad; una bazofia historiográfica.

Segundo, el señor Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittemberg un 31 de octubre de 1517. Ante la difusión de aquello, entre la Iglesia y el monje católico, se abrió un conflicto por el que este resultaría excomulgado en 1521. Aun así, después se trataría de impulsar un concilio universal para acercar las posturas de los reformados, aunque sin éxito. Por otra parte, el dogma luterano pudo domeñar los sacramentos al bautismo y la eucaristía, sus ceremonias eran austeras y la liturgia se realizaba en cada lengua vernácula (propia), no en latín, para hacerla más cercana al pueblo (algo que se replicó con el Concilio Vaticano II). A diferencia del catolicismo, los luteranos no reconocen al Papa, rechazan la jerarquía eclesiástica y no veneran a la Virgen ni a santos. Para Lutero, la fuente de conocimiento de Dios era la Biblia, a la que todos los fieles tenían derecho a acceder e interpretar. Por ello, se hacía vital traducirla a otros idiomas como el francés o el alemán, a lo que contribuyó mucho la invención de la imprenta y la difusión de la Biblia en otros espacios geográficos, de ahí la llegada del dogma protestante a diversos países, culturas, sociedades y territorios.

A partir de todo lo esbozado y de cara a un nuevo 31 de Octubre, parece que cada día son mucho más los que adscriben a esos dogmas enarbolados por la Reforma Protestante como una especie de fideísmo teológico y hermenéutico. El síndrome “calvinista” parece provocar en la actualidad chilena una cierta exclusividad literaria, un grupo elitista, un pensamiento neoortodoxo, pero, la vedad es que es bastante intolerante, rígido, precario y con discreta militancia en nuestro país desde un punto de vista flagrante, así lo ha demostrado la Encuesta Bicentenario UC año 2023, donde el credo protestante no resulta más allá de un 21% por concepto de adherentes, más aún, el mundo pentecostal tiene la mayor cantidad de feligreses y no aquellos que se sienten exclusivos “herederos de la Reforma Protestante” (calvinistas). Parece que el mundo presbiteriano que iza la bandera del calvinismo como nicho de sus preceptos, no conoce estos porcentajes, de lo contrario, haría una relectura de su historia protestante con una narrativa al estilo siglo XXI, no acudiendo al siglo XVI y de manera adyacente a la Reforma Protestante para discutir ideas que son propias de la presente época, por consecuencia, ser conscientes de su realidad en Chile. Por último, la Reforma Protestante celebrada cada 31 de Octubre es memoria histórica, una valiosa historiografía y de grandes repercusiones a diversas aristas de nuestra sociedad; política, religiosa, cultural, moral, etc., reducirla a un conjunto de dogmas genera conflictos, tensiones y ausencia de verdad en el discurso. Un hito de esta envergadura no puede ser homologado como mera adhesión a los 5 dogmas que para muchos son el “gran legado” de esa coyuntura histórica a inicios de la modernidad, por el contrario, debe prevalecer la historia, memoria y subjetividad, de esa forma, damos cabida a un puente de diálogo para aquellos dogmatistas que se paralizan frente a la premisa; “31 de Octubre, Reforma Protestante: ¿dogma o memoria histórica?”.

Pingüino Multimedia entrega este espacio a su público para la expresión personal de opiniones y comentarios, apelando al respeto entre los usuarios y desligándose por completo del contenido de los comentarios emitidos.

Comentarios


Publicidad