El mar sigue siendo la principal vía para conectar y aprovisionar las grandes urbes del planeta. El control de las rutas marítimas se trasformó en algo imperativo para el comercio, pero también para el poder. Una alianza público-privada para encontrar una nueva ruta marítima comercial a las Indias llevó hace más de 500 años al descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Durante más de 3 siglos esta nueva ruta se convirtió en la principal alternativa para las embarcaciones comerciales y de pasajeros para ir de un océano a otro. Ello trajo consigo el poblamiento y crecimiento del territorio austral del continente americano, siendo la ciudad de Punta Arenas el punto de mayor expresión del desarrollo. Nuestro puerto era punto obligado de recalada y nuestra bahía solía albergar cientos de embarcaciones. Sin embargo, la construcción del Canal de Panamá a principios del siglo pasado ocasionó una fuerte disminución del tráfico marítimo a través del Estrecho de Magallanes, principalmente por la disminución de los tiempos y por la seguridad de la navegación.
Actualmente, el medio marítimo constituye la principal forma de transporte de carga de mercadería y suministros a nivel mundial, representando un poco más del 80% del movimiento comercial. Sus ventajas son indiscutiblemente superiores: permite trasladar grandes volúmenes de carga, el costo de transporte por unidad es generalmente más económico, tiene una cobertura amplia a grandes distancias y ofrece rutas operacionales estables y oportunas. La globalización del comercio y las demandas actuales de las grandes urbes han llevado al crecimiento de las dimensiones de los barcos de carga y de las flotas navieras generando requerimientos de calado, infraestructura y seguridad que muchas rutas navieras hoy escasamente pueden satisfacer.
La gran mayoría de las principales rutas marítimas comerciales presentan actualmente algún tipo de dificultad que impide, afecta o demora los itinerarios de las embarcaciones. El cambio climático está generando grandes trastornos en aquellos canales construidos, ya sea por la sequía que impide el normal funcionamiento y con ello el paso de grandes embarcaciones, o por la frecuencia de tormentas de arenas que produce embancamiento del paso, en ambos casos trayendo como consecuencia el aumento de los tiempos de espera, generando atochamiento, con el correspondiente mayor gasto de operación y alza en las tarifas. De igual forma, conflictos geopolíticos o la piratería están generando problemas graves de seguridad en el tráfico marítimo, aumentando los tiempos de espera o poniendo en riesgo la carga transportada. Las dificultades físicas o geopolíticas actuales por el momento y al menos a mediano plazo no tienen solución aparente.
De agravarse el contexto actual de las rutas marítimas, el Estrecho de Magallanes podría convertirse en una ruta alternativa viable y segura, al menos para las grandes embarcaciones. De seguir aumentando los tiempos de espera (sobre 15 días) o la inseguridad de la navegación, las características del Estrecho de Magallanes entran a compensar los gastos asociados de trasladarse días hacia el sur. Sus ventajas frente a las actuales rutas tienen relación con su calado, señalización y control de tráfico marítimo, y por sobre todo las condiciones geopolíticas que entregan una seguridad estable. A lo anterior, debe considerarse que el crecimiento de las economías de China, India y Corea generan fuertes proyecciones de tráfico comercial, en donde el Estrecho de Magallanes podría tener un protagonismo estratégico. Algo así como el redescubrimiento del Estrecho de Magallanes.
Tenemos características y condiciones favorables que nos generan altas expectativas sobre las oportunidades que se presentan; sin embargo, concretarlas demandan acciones a nivel regional y nacional. Chile debe fortalecer sus alianzas comerciales en el eje Asia Pacífico, debemos asegurar nuestra condición de ruta internacional de libre navegación con los servicios asociados (sin los errores y dudas ocurridas con el barco inglés), debemos tener un plan estratégico que fortalezca nuestras ventajas comparativas, y debemos generar inversión para el fortalecimiento del Estrecho de Magallanes como ruta naviera comercial. De no mediar acciones las oportunidades pueden fácilmente esfumarse. Tenemos pega por hacer.