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Columna

Las plantas exóticas: ¿Amigas o enemigas del ecosistema?

opinion
25/07/2024 a las 16:22
Pablo Oyarzo
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Erwin Domínguez Díaz, Director INIA Kampenaike

La introducción de plantas adventicias en Magallanes plantea un desafío complejo y multidimensional que afecta tanto a los ecosistemas como a las actividades humanas. Una planta adventicia, también conocida como especie introducida o exótica, es aquella que ha sido transportada y establecida en un área fuera de su rango de distribución “nativo” debido a la intervención humana, ya sea de manera intencional o accidental. Estas plantas pueden ser casuales (plantas de jardín), naturalizadas (adaptadas a condiciones especiales) e invasoras (buenas y malas). La presencia de plantas adventicias puede tener diversas implicaciones ecológicas, económicas y sociales, lo que subraya la importancia de tener un inventario y un plan de gestión para prevenir la llegada de especies invasoras, especialmente las “malas”.

Desde 1882, Magallanes ha experimentado la introducción de diversas plantas del viejo continente, como Europa, Asia y Norteamérica. Un ejemplo emblemático de especie introducida es el diente de león o achicoria (Taraxacum officinale), llevado a Norteamérica por colonos europeos en el siglo XVII. Sin depredadores naturales y con un entorno favorable, el diente de león se propagó rápidamente, invadiendo campos y jardines. Pero a diferencia de otras plantas, el diente de león posee propiedades medicinales significativas gracias a la presencia de numerosos fitoquímicos como la inulina, un prebiótico apreciado en la industria de los alimentos saludables. Además, tiene la propiedad de cubrir el suelo desnudo en los pastizales nativos, previniendo la erosión y aportando a la calidad del forraje con un contenido de proteína cruda que puede variar entre el 10% al 16%. Esto hace que el diente de león hoy sea visto con otros ojos.

Por otro lado, el némesis del Taraxacum officinale es Hieracium pilosella, conocido como oreja de ratón o pilosela. Esto ejemplifica los efectos negativos de una especie introducida que se convierte en invasora. Originaria de Europa, esta planta ha proliferado en diversas regiones del mundo, incluyendo Magallanes y Tierra del Fuego. Sin depredadores naturales que controlen su expansión, ha invadido los pastizales nativos (coironales), afectando gravemente a la ganadería en algunas áreas. Desplaza a las especies nativas de pasto forrajero, esenciales para el pastoreo del ganado, y al dominar el paisaje, reduce la disponibilidad de forraje nutritivo. Esto disminuye la capacidad de carga de las tierras de pastoreo, afectando negativamente la producción ganadera y la economía local.

Este caso ilustra cómo una especie introducida puede alterar drásticamente el equilibrio ecológico de un hábitat, demostrando la importancia de evaluar cuidadosamente las posibles consecuencias antes de introducir nuevas especies en un ecosistema. Las plantas invasoras compiten con las especies nativas por recursos como luz, agua, nutrientes, espacio, consorcio microbiano y polinizadores, a menudo desplazándolas y reduciendo la biodiversidad local. Sin embargo, esto debe ser evaluado; estudios realizados por el INIA recientemente, aún no publicados, demuestran lo contrario. Además, pueden alterar la estructura y función de los ecosistemas, aunque también pueden desacelerar procesos como la erosión del suelo, un problema que afecta a Magallanes.

El control de estas plantas invasoras requiere medidas costosas y continuas, lo que desalienta a los productores, ya que incrementa los costos de producción, y, en consecuencia, los precios para los consumidores. No obstante, no todas las especies introducidas tienen efectos negativos; algunas pueden aportar beneficios significativos. Por ejemplo, muchas plantas utilizadas en la ganadería, como el trébol blanco, la alfalfa, la avena y el pasto ovillo, se han convertido en la base de la alimentación del ganado ovino y bovino. La clave para manejar este problema radica en la investigación científica y la cooperación entre las distintas agencias de gobierno. Sólo así podremos mitigar los impactos negativos y aprovechar los posibles beneficios de las especies adventicias en nuestro mundo interconectado.

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