Este 20 de agosto se conmemora un nuevo natalicio de Bernardo O’Higgins, prócer de la independencia de Chile y Director Supremo de la nación. O’Higgins nació en el actual Chillán Viejo, una noche de invierno del 20 de agosto de 1778. Hijo natural de Ambrosio O’Higgins, Gobernador de Chile y posteriormente Virrey del Perú, e Isabel Riquelme, Bernardo efectuó sus estudios primarios en Chillán. Tras su estancia en el extranjero, principalmente en Lima y Londres, regresó a nuestro país y en 1806 fue designado alcalde de su ciudad natal. Posteriormente, ejerció como diputado por Los Ángeles, en el marco de la constitución del Primer Congreso Nacional de 1811.
Ya iniciada las campañas por la emancipación nacional, combatió en las campañas militares de la Patria Vieja, ascendiendo en noviembre de 1813 a General en Jefe del Ejército Patriota. Tras el desastre de Rancagua de octubre de 1814, emigró a Mendoza, donde junto a José de San Martín conformaron el Ejército de Los Andes.
Tras el triunfo de Chacabuco del 12 de febrero de 1817, fue designado por la aristocracia santiaguina Director Supremo, extendiendo su gobierno hasta enero de 1823. Entre sus hitos se destaca la primera firma de la Declaración de la Independencia de Chile, que encabezó en los Morrillos de Perales de Talcahuano el 1 de enero de 1818, reafirmando tal acto en la actual Plaza de la Independencia de Concepción. La supresión de los títulos de nobleza y la conformación de la Primera Escuadra Nacional fuera otra de sus medidas.
A fines de su gobierno, la situación del país era insostenible y sólo el apoyo del ejército en Santiago lo mantenía en el poder. A fin de evitar una guerra civil, abdica en su cargo el 28 de enero de 1823 y seis meses más tarde, parte al exilio en Perú. El gobierno del Perú le obsequió la Hacienda de Montalván, como un agradecimiento al O’Higgins por su contribución a su independencia. Siempre tuvo la esperanza de regresar a Chile, empero su condición de salud no se lo permitió y falleció en Lima, a las 12:30 Hrs. del 24 de octubre de 1842. El entonces presidente Manuel Bulnes decretó duelo nacional, no obstante, sus restos fueron repatriados en 1869 y descansan en la Cripta de la Plaza de la Ciudadanía, en Santiago de Chile.