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Columna

Más democracia y más unidad

cronica
13/11/2024 a las 14:22
Pablo Oyarzo
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Juan Marcos Henríquez, Doctor en Ciencias Biológicas

En las pasadas elecciones el oficialismo tenía la misión de sujetar la estantería. Si bien la derecha obtuvo un crecimiento electoral importante superando al oficialismo, el resultado estuvo lejos de las cifras pesimistas que se proyectaban. Ganó la derecha, el partido republicano creció, y RN se presenta como el partido con mejor rendimiento a nivel de concejales, pero el oficialismo aún gobierna en municipios de mayor población. Pese a ello, la sensación de “sobrevivencia” podría ser falsamente interpretada de cara a las elecciones parlamentarias, provocando tentaciones de mezquindad en los partidos del oficialismo. Lo cierto es que los conflictos entre las derechas nos permitieron seguir a flote.

Debe considerarse varios elementos para proyectar escenarios electorales futuros de la centro izquierda. Con los resultados municipales en mano y con las proyecciones de gobernadores, la sensación de derrota complicará el escenario electoral 2025. La unidad forzada de la derecha en segunda vuelta de gobierno regionales podría ser un incentivo para mantenerse juntos el año electoral 2025 o al menos no tan dispersos. Ello podría acercar a la derecha no solo a ganar la presidencia, sino además obtener el control de ambas cámaras del parlamento. En este escenario, sumado a la actitud obstruccionista de la oposición, será muy difícil alcanzar acuerdos políticos que permitan avanzar al gobierno en materias de agenda legislativa y reformas estructurales.

A lo anterior debe sumarse la irrupción del mundo independiente que cada vez es más masivo y obteniendo un gran resultado en las pasadas elecciones. Candidaturas de todo el espectro político han encontrado una forma de romper la falta de inclusión de los partidos y saltarse la hegemonía de los poderes establecidos. En el oficialismo, de mantener la falta de evaluación de mandatarios, la política del cuoteo con la norma del que tiene mantiene, se hace más fácil predecir un ambiente aún más complicado y adverso para sus candidaturas, con un mayor número de candidaturas independientes ligadas a su sector disputando los escaños.

La gestión de gobierno lejos de mejorar complica aún más la realidad. El gobierno debe entender que va de salida y es hora de poner cierre a la administración, priorizando una agenda acotada y viable. Sin embargo, por el contrario, el gobierno sigue excesivamente autocomplaciente, insiste en una agenda y lenguaje original inviable, y se limita a hablarle a ese 30% incondicional (que a esta altura se acerca al 25% de Apruebo Dignidad en la primera vuelta). No tener agenda y mapa de ruta permite que las elecciones inevitablemente sean un escrutinio de la acción de gobierno. Un gobierno de centro-izquierda sin reformas y sin resultados transformadores difícilmente mantendrá la fidelidad electoral de una base de sustento. 

A la luz de los resultados recientes estamos alejados de interpretar correctamente la voluntad y prioridades de la ciudadanía, lo cual podrían extenderse a las elecciones 2025. Lo anterior debería poner en estado de alerta a los partidos oficialistas y buscar alternativas y acuerdos para revertir este escenario. Sin embargo, tengo la impresión que todos los partidos del oficialismo buscan hegemonizar ese escuálido 30% y convertirse en el ente rector. Que cada uno intentará solo salvar su parte. Cuentas simples, profundamente mezquinas, sobre las posibilidades de un escenario post Boric. Cada partido se rasca con sus propias uñas. Hasta da la impresión que no les importa retroceder ideológicamente con tal de mantener una cuota de poder. El objetivo ganar a cualquier costo, “con ropa prestada”, con individualismo, sin proyecto común.  

A pesar de las proyecciones electorales para el año 2025, los dos conglomerados del oficialismo evalúan enfrentar las elecciones parlamentarias por separado.  PPD y la DC piensan convencer al PS de mantener el pacto de candidatos a concejales que acaba de ser más votado dentro de la centroizquierda. El FA intentará consolidar su presencia en las zonas más pobladas. Por su parte, el PC se intentará perfilar como el partido con postulados más “izquierdosos”. En este contexto, la tentación de caminos separados está muy presente. Sin embargo, los objetivos propios, aunque legítimos, tienen el serio riesgo de disminuir la representación parlamentaria al fragmentar la coalición. Alcanzar a los menos el 50% en ambas cámaras parlamentarias requiere unidad y proyecto común, requiere responsabilidad y sacrificio, requiere priorizar lo colectivo sobre lo individual. Construir mayorías que gobiernen requiere además miradas y metas comunes y personas que encarnen esas ideas y proyectos. No es ganar por ganar con candidaturas que no representen nuestras ideas, valores y principios. Debemos ser capaces de ser inclusivos, diversos, consecuentes. Sólo la unidad con mayor democracia en la construcción de nuestras listas nos permitirá una mejor perspectiva de futuro. El triunfo llegará por añadidura.

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