La Tesorería General de la República dio inicio este 15 de abril a la prescripción automática de deudas tributarias giradas hasta fines de 2013. Según explicó el exseremi de Hacienda, Christian Gallardo Castro: “La Tesorería General de la República comenzó el proceso de prescripción automática de deudas tributarias giradas hasta 2013, beneficiando a más de 300 mil contribuyentes en todo el país”.
Con esta medida, 214 mil personas naturales y 94 mil pequeñas y medianas empresas verán liberado un acumulado de más de un millón y medio de obligaciones fiscales, lo que supone un alivio decisivo para quienes han enfrentado barreras en el acceso a créditos, beneficios y otras gestiones financieras debido a deudas histórica.
El proceso, estipulado en la Ley de Cumplimiento Tributario (Ley 21.713), excluye únicamente el impuesto territorial. La acción se realiza de manera automática a través del portal tgr.cl/certificado-deudas-fiscales, eliminando la necesidad de trámites adicionales.
“Les diría que no pierdan esta oportunidad. Revisen su situación, descarguen su certificado y den vuelta la página”, enfatizó Gallardo, subrayando el carácter transformador de esta iniciativa para quienes han acumulado cargas fiscales limitantes.
Adicionalmente, el ex-seremi resaltó que la cancelación de estas deudas representa mucho más que una simple operación contable, ya que funciona como un impulsor clave para la reinserción económica.
Con este beneficio, se abre una ventana para que tanto ciudadanos como empresas puedan liberarse de cargas históricas que perjudicaban su crecimiento y competitividad.
La medida, por tanto, se configura como un mecanismo para dinamizar la economía, restableciendo la confianza del mercado ante un sistema fiscal modernizado.
Asimismo, se observa una apuesta decidida por desterrar la burocracia que frenaba el desarrollo. La automatización del proceso y la accesibilidad del certificado permiten optimizar la administración tributaria y mejorar la relación entre el ciudadano y el Estado.
Este cambio, que según Gallardo “marca un antes y un después en la relación del ciudadano con el Estado”, sienta las bases para un futuro financiero mucho más justo y dinámico, poniendo en primer plano la necesidad de que el alivio tributario se traduzca en oportunidades reales de crecimiento.