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Columna

La disputa del poder

opinion
30/04/2025 a las 14:24
Periodista Web 3
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Por Juan Marcos Henríquez, Dr. en Ciencias Biológicas

El lunes recién pasado la senadora Paulina Vodanovic declinó su efímera candidatura presidencial. Una candidatura probablemente extemporánea pero que llenó de sentido a las aspiraciones de las bases socialistas, que reclamaban un posicionamiento y anclaje en el ideario político de izquierda, y que en el escenario actual implicaba tener candidatura propia. Para un partido con historia, tradiciones, filosofía y principios era fundamental diferenciarnos y evitar confusiones frente al gran desafío de frenar el avance ideológico de la ultraderecha. Los socialistas aspirábamos a una candidatura posicionada desde la izquierda, que en el debate y las propuestas pudieran contrastar ideas con el programa de la ultraderecha en Chile. Una candidatura que propusiera cambios realistas sin traicionar las convicciones. La bajada de Paulina deja “coja” la primaria del oficialismo, quedando en carrera sólo una candidatura que pueda abrazar con honestidad y consecuencia el ideario de izquierda. 

Existe un claro riesgo de avanzar con el continuismo de aquella estrategia de adoptar y socializar el modelo neoliberal adornado de pequeñas acciones que ofrecen bienestar temporal y no estructural. La declinación de Paulina hace que pierda el ideario socialista y su posicionamiento con las banderas de la izquierda, pierde la democracia, y se pierde la oportunidad de reorientar un proyecto político que con claridad y convicciones haga frente a la ultra derecha. Paulina encarnaba lo que con toda claridad desde las bases del socialismo se ha exigido: no queremos continuidad de proyectos ambiguos, sin convicciones y poco realistas, pero tampoco el retorno a las malas prácticas de la concertación.

En la historia del Partido no existe precedente alguno sobre tanta presión y hostigamiento ejercido para bajar una candidatura. Desde casi todos los medios de comunicación diversos personajes del PS y de la centroizquierda (bien conocidos por su pasado y los intereses que defienden) cuestionaron y boicotearon la candidatura de Paulina simplemente porque no le era funcional a los poderes fácticos, económicos y políticos. En la disputa del poder nuestra candidatura era una amenaza. Sin duda dentro del PS hay traición y cobardía por parte de aquellos que guardaron silencio en el debate interno dentro de nuestra institucionalidad partidaria, personajes que sin embargo no dudaron en sumarse y complotar desde las tinieblas contra la candidatura de Paulina a pocas horas de su nominación. Bajo la excusa “que la candidatura no marcaba en las encuestas” todo el establishment comunicacional y empresarial de nuestro partido, nuestros parlamentarios y nuestra oligarquía, orquestadamente salieron a atacar la candidatura que los incomodaba. Por lo menos, ya sabemos quién es quién y a que intereses e ideario responden al final del día.

Sin duda, muchas de las responsabilidades de este bochornoso episodio pasan por malas decisiones y confusiones internas del PS. En diciembre nuestro Comité Central declaró que sería recomendable tener candidatura presidencial propia, que busque expresar nuestras ideas en la búsqueda de un nuevo programa presidencial; sin embargo, no generó el mecanismo ni las condiciones para concretar este interés. De esta forma pasaron 4 meses sin definiciones y sin llamado a manifestar interés por levantar una candidatura, por lo cual la proclamación de Paulina, a escasos días de inscribir las primarias, partía riesgosamente en desventaja. A ello se suma que la decisión del Comité Central se entremezclaba con las negociaciones por la instalación de la Mesa Directiva del PS y el reemplazo en el cupo senatorial de Isabel Allende. Y todo ello contra el tiempo, que frecuentemente es el peor escenario. De esta forma, muchos teníamos claro que poder encarnar el interés de la militancia por diferenciarnos del continuismo, enarbolando ideas de izquierda que propusieran un programa que procure bienestar social con sentido de realidad, requería tiempo para un despliegue comunicacional y territorial apropiado y el desarrollo de las primarias ofrecía esa posibilidad. (Supongo esa era la estrategia, si alguna vez hubo alguna). Lamentablemente otros intereses, parlamentarios, económicos y empresariales, terminaron presionando y hostigando la candidatura hasta la declinación.

Sin candidatura hoy los socialistas debaten entre la libertad de acción y manifestar el apoyo a la candidata del Socialismo Democrático. ¿Inclinarse por las encuestas o por donde ideológicamente debemos posicionarnos? Todo a escasas horas de la inscripción de las primarias presidenciales del oficialismo. Salir de este escenario adverso requiere unidad, claridad y definiciones que difícilmente pueden imponerse frente a la inmediatez y mezquindad.

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