Diversos estudios han documentado que el vínculo con la naturaleza aporta beneficios clave para la salud física, emocional y el bienestar general de las personas. En el caso de las personas mayores, comprueban que este contacto tiene efectos restaurativos y contribuye a la vitalidad, la disminución del estrés y la integración social.
¿Qué tan lejos estamos de este antídoto? Para el censo de 2017, el 87,8% de la población vivía en áreas urbanas, mientras que sólo el 12,2% lo hacía en zonas rurales. La brecha en Magallanes, región que tiene un índice de envejecimiento superior a la cifra nacional, es aún mayor, con apenas un 8,1% de personas habitando fuera de las ciudades.
Esta desvinculación afecta a su vez las prácticas tradicionales asociadas al entorno natural. Algo especialmente relevante en una región ecológicamente diversa y aislada, donde el conocimiento sobre el uso de plantas medicinales -transmitido históricamente por pueblos originarios y comunidades locales- constituye un patrimonio cultural valioso y poco documentado.
En este contexto se inserta el taller “Hierbas curativas, saberes compartidos”, desarrollado por el Centro Asistencial Docente e Investigación (CADI-UMAG), con financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). “El proyecto trata de que adultos mayores aprendan sobre herbolaria, sobre todas las hierbas que existen dentro de la región”, explicó Giselle Valenzuela, tallerista a cargo de las sesiones prácticas.
Aprender a sanar con plantas locales
Todos los días sábado veinte participantes acuden al CADI para aprender técnicas como maceración, tintura madre, secado, almacenamiento y preparación de cremas con diversas propiedades. “Hacemos ungüentos para el dolor muscular, para cicatrización, humectantes y exfoliantes”, destacó.
También han hecho visitas a terreno, específicamente, al Parque Nacional Pali-Aike y la Reserva Nacional Magallanes, donde aprendieron a reconocer especies locales como el calafate, la paramela, la zarzaparrilla, la lenga y la barba de viejo, y a diferenciar los ecosistemas dentro de la región.
Constanza Ceroni, bióloga marina y coordinadora del proyecto, detalló que esta iniciativa busca “promover la comprensión y el vínculo y la valoración de la fitoterapia tradicional en adultos mayores dentro de la Región de Magallanes”. También destacó la importancia de fomentar el acceso de este grupo etario a reservas naturales, “porque no todos tienen acceso a poder ir a estas reservas o a estos lugares a compartir con la naturaleza; dependen de que otras personas los lleven”.
El proyecto integra los conocimientos empíricos de los participantes, fortaleciendo el diálogo intergeneracional. “La gracia era vincularse con los saberes, porque los adultos mayores ya también tienen un conocimiento cultural de parte de sus propios ancestros”, subrayó Ceroni.
Testimonios que inspiran
Para Jacqueline Dufault, una de las asistentes, la experiencia ha sido reveladora. “Lo que más aprendí, las clases de vegetación, que no sabía algunos nombres, aromas… los lugares espectaculares, en realidad unas cosas que uno nunca visita”. Su motivación principal fue “aprender a hacer las cremas y conocer los beneficios de todas las plantas”.
Alicia Bonardi, otra participante, describió el taller como una experiencia revitalizante. “Sentí una expansión así, de aire, de ánimo. Aprendí a mirar, a observar, a sentirme una con la naturaleza”, compartió. Su objetivo es “descubrir cómo podemos transformarla y usarla para nuestras dolencias, para crear esas pomadas especiales para dolores”.