En el corazón del Barrio Archipiélago de Chiloé se vivió una jornada cargada de emoción, donde la fe y la esperanza se entrelazaron en abrazos, cantos y rostros iluminados por la alegría. La comunidad parroquial de San Pío de Pietrelcina celebró la llegada oficial de su nuevo párroco, el Padre Pablo Vargas Ruiz.
La ceremonia coincidió con la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de Chile, añadiendo un sentido especial a este momento tan esperado. El obispo Óscar Blanco, presente en la jornada, destacó el entusiasmo del encuentro: “Se vio la alegría del pueblo al recibir a su nuevo pastor”. En este rincón austral de la ciudad, donde el clima es desafiante, se percibe una energía renovada y un profundo deseo de crecer como comunidad.
El Padre Pablo Vargas asumió oficialmente su nuevo rol con emoción y compromiso, compartiendo sus primeras impresiones: “Estoy muy contento de asumir esta responsabilidad. Ya llevamos dos meses trabajando con la comunidad y veo un gran potencial para una misión que dará muchos frutos”. Bajo su guía, se han retomado las misas mensuales en honor a San Pío, celebradas cada 23, y se han impulsado proyectos para mejorar la infraestructura del templo, entre ellos una campaña solidaria para cerrar el perímetro de la parroquia.
El obispo hizo un llamado a las comunidades asociadas, como San Vicente de Paul y Laurita Vicuña, a participar activamente en la vida pastoral, formar consejos parroquiales y trabajar junto al nuevo párroco. Es un tiempo de unidad, misión compartida y servicio profundo, destacó.
La comunidad no sólo mira hacia adelante, sino que también honra el pasado. Miriam López, encargada de liturgia, expresó con gratitud: “Hoy estamos felices porque justo en la celebración de la Virgen del Carmen tenemos esta gran alegría de recibir al padre Pablo. Lo hemos acogido con cariño y hay una conexión muy bonita con él”. También se rindió homenaje al padre Eduardo Ojeda, quien por 16 años acompañó a la comunidad con entrega y dedicación.
La comunidad de San Pío de Pietrelcina inicia así un nuevo capítulo, con la mirada puesta en construir una iglesia cercana, viva y comprometida con su gente. Porque cuando se camina en comunidad, el amor se multiplica y el camino florece.