Los buques de la Armada de Chile tienen una mística especial, una “alma” que se transmite en sus “inertes fierros” con el tiempo. El AP 45 “Piloto Pardo” no fue la excepción. En sus primeros años de servicio, ya había cruzado la mitad del mundo, llegado al Territorio Chileno Antártico y apoyado a la comunidad tras el dantesco terremoto de 1960. Aún así, la prueba más grande estaba por venir: la erupción volcánica de 1967 en Isla Decepción.
El preludio de la erupción
El 4 de diciembre de 1967, a las 10:00 horas, el AP “Piloto Pardo”, al mando del capitán de Fragata Carlos Borrowman, se encontraba en Isla Decepción para relevar al personal de la base “Pedro Aguirre Cerda” (Base “PAC”) de la Fuerza Aérea de Chile (FACh). A bordo quedaron 27 hombres, entre ellos una nueva dotación, una brigada de reparaciones y dos sismólogos del INACh. También se encontraba en la zona el AGS “Yelcho”.
A las 14:40 horas, el “Pardo” zarpó hacia la Isla Livingstone. En ese momento, un fuerte temblor sacudió la isla, con una intensidad que superaba los cinco grados y una frecuencia de cuatro a cinco sismos por minuto.
La erupción en la Antártica
El 4 de diciembre de 1967 a las 18:40 horas, ocurrió un fuerte terremoto seguido de una erupción volcánica. Una columna de humo y ceniza se elevó a 2.500 metros, avanzando lentamente hacia la base “PAC”. El historial del buque inmortalizó el momento con la frase: “...era un espectáculo impresionante y a la vez que pavoroso”. En 30 minutos, el área se sumergió en la oscuridad.
La erupción destruyó las instalaciones de las bases chilena y británica. Era imperativo rescatar a los hombres de ciencia y a los miembros de las dotaciones.
La base británica, a 6 kilómetros de la chilena, emitió una llamada de socorro. El “Pardo” y el “Yelcho” se encontraban alejándose de la isla, pero el “Pardo” avistó la erupción a nueve millas al noreste de la Isla Decepción.
A pesar de la advertencia del jefe de la base británica, Philip G. H. Myers, el comodoro del Grupo de Tarea Antártico, capitán de Navío Boris Kopaitic O’Neill, ordenó acudir al rescate. El “Pardo” regresó a la isla, donde la nube de ceniza alcanzó los 10.000 metros de altura, cubriéndola por completo.
El personal de la base “PAC” logró comunicarse por radio con el “Yelcho”, que les ordenó trasladarse a la base británica, donde se intentaría el rescate. Tras dos horas de caminata, los hombres llegaron a la caleta Balleneros, donde el jefe de la base británica, Philip G. H. Myers, informó al “Pardo” de su llegada.
Visión desde los buques y la operación de rescate
Desde los buques, el hongo de ceniza se mantenía a 10.000 metros de altura, cubriendo dos tercios de la isla. La bahía interior estaba en ebullición y un viento de 40 nudos soplaba constantemente.
Al amanecer, a eso de las 03:00 horas del 5 de diciembre, se dio la orden de proceder con el salvamento. A las 07:17, dos helicópteros del “Pardo”, piloteados por los tenientes primeros Fredrick Corthorn Besse y Héctor Higueras Ormazábal, despegaron para iniciar la tarea.
Durante una hora y cuarenta minutos, los helicópteros volaron en medio de una intensa lluvia volcánica y con poca visibilidad. A pesar de las condiciones meteorológicas y el peligro de nuevas erupciones, lograron rescatar a 26 chilenos y 15 británicos, 41 hombres en total que se daban por perdidos.
Volviendo al lugar de los hechos
En enero de 1968, el “Pardo” regresó a Isla Decepción para investigar el alcance de la erupción. En la bahía Telefon, se había formado una nueva isla de 1.250 metros de largo, 500 de ancho y 70 de altura, con tres cráteres. El “Yelcho” realizó un completo sondaje de Puerto Foster y constató que no había variaciones batimétricas considerables.
Reconocimientos y una página dorada de nuestra historia antártica
Este rescate es recordado como una de las operaciones de salvamento más complejas y peligrosas en la historia de la Antártica Chilena. Los pilotos de los helicópteros aeronavales, Fredrick Corthorn Besse y Héctor Higueras Ormazábal fueron condecorados con la medalla “Al Valor”.
La historia del rescate en Isla Decepción unió, una vez más, a los legendarios AP 45 “Piloto Pardo” y “Yelcho”, dejando una huella imborrable en la historia de la Armada de Chile y de la Antártica.