En el extremo sur de Chile, Magallanes enfrenta un desafío urgente: el envejecimiento de su población. Con una de las tasas más altas de adultos mayores del país, proteger su dignidad y legado es una prioridad moral.
En este contexto, la “Ley del Hijo Corazón” cobra especial relevancia. Esta iniciativa busca resguardar el patrimonio de personas mayores de 60 años, reconociendo legalmente a quienes, sin ser herederos forzosos, han asumido el rol de cuidadores con afecto y compromiso. En una región donde la distancia separa a muchas familias, esta ley reconoce vínculos construidos desde el amor y no la sangre.
Los adultos mayores de Magallanes son pilares de nuestra identidad. Cuidarlos no es un gesto de caridad, sino un acto de justicia.
La dispersión geográfica de Magallanes ha hecho que muchos adultos mayores vivan en soledad o bajo el cuidado de personas que, sin lazos consanguíneos, han asumido con amor el rol de familia.
Esta realidad exige que el Estado reconozca y proteja esas relaciones, que muchas veces son más sólidas que las heredadas por nacimiento.
Además de proteger el patrimonio, esta ley promueve una cultura del cuidado basada en la empatía y la solidaridad. Es una invitación a valorar la vejez como una etapa de plenitud, donde el respeto y el acompañamiento deben ser garantizados por toda la sociedad.
La “Ley del Hijo Corazón” es más que una norma: es un símbolo de humanidad. En Magallanes, donde el pasado y el presente se entrelazan, tenemos la oportunidad de construir un futuro donde nuestros mayores vivan con orgullo, seguridad y el reconocimiento que merecen.