El Camino Vicuña-Yendegaia, una de las obras más emblemáticas y ambiciosas de la Región de Magallanes, vuelve a estar en el centro del debate.
Tras la publicación en la edición de ayer de Pingüino Diario del artículo relacionado con la situación del proyecto, confirmándose el nuevo plazo de entrega de obras hasta 2031, exautoridades regionales manifestaron su preocupación por los constantes retrasos de una ruta que consideran estratégica para la conectividad, el desarrollo y la soberanía en el extremo austral.
Una obra estratégica para Magallanes
Juan Francisco Miranda, exseremi de Obras Públicas, recordó que el proyecto nació como “gran hito regional” en 1994 y llegó a tener rango de proyecto bicentenario bajo el gobierno del Presidente Ricardo Lagos.
A su juicio, “lo que está en juego es el costo de oportunidad: mientras más se atrasa el camino, más se posterga el desarrollo del turismo y de actividades productivas que dependen de la conexión entre Tierra del Fuego, Navarino y el continente”.
Propuso incorporar a empresas privadas para acelerar la construcción y explorar la apertura de túneles que den mayor operatividad, evitando que el camino permanezca inhabilitado gran parte del año por la nieve.
Por su parte, el exintendente Arturo Storaker subrayó que la obra es “mucho más que conectividad”. Recordó que, durante su gestión, fue clave dar luz verde al segundo frente de trabajo tras superar dudas sobre la magnitud de la inversión. “El proyecto fue, y sigue siendo, una apuesta por el desarrollo, la soberanía y el futuro de Magallanes, además de integrar efectivamente a Puerto Williams y potenciar el turismo en un contexto donde Argentina avanza con su propia infraestructura”.
La exintendenta María Teresa Castañón coincidió en la relevancia estratégica del trazado.
“La ruta Vicuña-Yendegaia es fundamental para afianzar la soberanía chilena en el extremo austral”, afirmó, destacando que permitirá conectar vía terrestre a Porvenir con Puerto Williams y reducir en un tercio los tiempos y costos de abastecimiento.
Añadió que el proyecto debe ser visto como el punto de partida para convertir a la Isla Navarino en un gran centro logístico antártico y posicionar a Chile como “el país antártico por excelencia”.
Críticas a los retrasos
El malestar de las exautoridades radica en la lentitud del avance. El propio Miranda apuntó al Cuerpo Militar del Trabajo como un actor clave, pero poco eficiente: “Un privado se demora dos años en lo que el CMT hace en cinco, y la región pierde tres años de desarrollo”.
Miranda recordó además que, en su etapa como autoridad, debió destrabar conflictos legales con una fundación que se oponía al trazado, lo que implicó impulsar expropiaciones y retomar el avance desde dos frentes. “Eso permitió llegar a Caleta María y sostener un ritmo mayor, pero demuestra que cuando falta decisión política los proyectos se traban y se alargan indefinidamente”, sostuvo, insistiendo en que la experiencia de Chile en obras complejas y túneles debería replicarse en este camino para no seguir hipotecando el desarrollo de la región.
Y si bien es cierto que, según plantean desde el gobierno, se está realizando un esfuerzo para tener una mayor cantidad de maquinarias y dobles turnos para poder avanzar en este sector, la realidad que se confirma a través de la información oficial, es que entre 2012 y 2024 la obra avanzó sólo del 50% al 68%, y que la actual proyección de término al 2031 implica apenas 5 kilómetros de avance por año para los 30 kilómetros restantes.
Castañón fue más dura en su diagnóstico, atribuyendo las demoras a “una combinación de desidia y desorientación profunda del gobierno central y regional”.
Señaló además el poco énfasis puesto por el gobernador Jorge Flies respecto de esta obra, en detrimento de otros proyectos que, según apunta, van en otra dirección de prioridades.
“En vísperas de elecciones de regionales el año pasado, Flies prometió un túnel bajo el Estrecho de Magallanes, gran show, portadas aseguradas...y cero sustento, ni estudios, y menos financiamiento y obvio cero seriedad, sólo humo electoral para venderle a los magallanicos ciencia ficción”, sentenció la exintendenta, agregando que “la única realidad es la del camino Yendegaia que lleva más de tres décadas esperando”.
Storaker, en tanto, valoró que en su momento se haya tomado la decisión política de superar objeciones y seguir adelante, pero advirtió que esa voluntad debe mantenerse para no convertir la ruta en la crónica de una promesa incumplida.
La incertidumbre de la espera
El camino Vicuña-Yendegaia contempla 139,6 kilómetros de extensión, además de un ramal hacia Caleta María como alternativa multimodal. Fue concebido como símbolo de integración plena para Tierra del Fuego, pero tras tres décadas de trabajos, la ruta aún está inconclusa.
Para las exautoridades, más allá de los plazos, lo urgente es replantear el modelo de ejecución, incorporar mayores capacidades y dar prioridad política a una obra que, dicen, definirá el futuro de Magallanes y su rol en la Antártica.