Por cerca de tres décadas, un grupo de amigos en Punta Arenas se reúne cada 31 de agosto para celebrar que siguen juntos, que siguen vivos, y para rendir homenaje a quienes los acompañan desde otro lugar. En la tradición, en el humor y en la emoción, la cofradía “Los que pasaron agosto” encarna una filosofía de vida profundamente magallánica.
En una ciudad donde el frío es parte de la identidad y la vida se mide tanto por los inviernos como por los recuerdos, el mes de agosto tiene un peso simbólico especial. Superarlo, para muchos, no es sólo una cuestión de calendario: es una victoria personal y colectiva. Así lo entiende esta cofradía, un entrañable grupo de amigos que desde hace casi 30 años se reúne religiosa e ininterrumpidamente cada 31 de agosto para brindar, compartir y, sobre todo, agradecer.
La agrupación está presidida por Bernardo Mihovilovic, presidente vitalicio y uno de los rostros más representativos del grupo, quien entre risas y recuerdos explica el espíritu detrás de esta tradición: “Pasamos el temido mes del año”, dice con una sonrisa, pero también con el tono de quien ha aprendido a valorar cada nuevo ciclo como un regalo.
Una celebración que tiene historia
La frase “pasar agosto” no es casual ni exclusiva de esta cofradía. Tiene raíces en la cultura popular chilena -y también en otros países hispanohablantes-, donde se asocia con la idea de sobrevivir al mes más complejo del año, especialmente para los adultos mayores o personas con problemas de salud. Agosto, con su clima helado y los vaivenes atmosféricos propios -en este caso de Magallanes- se gana fama de ser un mes en que muchas vidas se apagan.
Con el tiempo, la expresión se transformó en una especie de superstición optimista: quien lograba llegar a septiembre podía considerarse seguro por lo que restaba del año. Así, lo que en origen fue una observación de la realidad se convirtió en una celebración de la persistencia. En ese espíritu nació, en Magallanes, esta singular cofradía.
“Es una forma de celebrar la vida, de abrazarse, de recordar a los que ya no están, y de reírse incluso del paso del tiempo”, agrega Mihovilovic. Y eso es precisamente lo que ocurre en cada encuentro, un rito lleno de historias, anécdotas, comida, brindis y afecto.
Una mesa con espacio para todos
Este año, 21 de los 22 miembros actuales llegaron puntualmente a la cita. El único ausente, comentan con cariño, “está intentando pasar agosto en Santiago”, recuperándose de una dolencia. Aun así, su lugar estuvo reservado, como cada año se deja un espacio para quienes ya no pueden asistir, pero siguen siendo parte inquebrantable de la cofradía.
Y es que los ausentes están siempre presentes. En estos casi 30 años de historia, 19 amigos han partido, pero lejos de ser olvidados, forman parte activa de cada reunión. “Siempre hay un lugar especial para ellos”, dice Mihovilovic. Sus nombres se recuerdan con cariño, sus historias se reviven con alegría, y sus fotografías acompañan silenciosamente cada brindis.
Uno de los momentos más emotivos es el recuerdo del antiguo propietario del lugar donde se realiza cada encuentro. Miembro fundador del grupo, quien antes de fallecer dejó una carta a sus amigos, pidiéndoles que siguieran reuniéndose allí en su ausencia. Así, ese espacio se ha convertido en un verdadero refugio de memorias compartidas, donde el tiempo parece detenerse por unas horas para dar paso a la amistad.
Más que un encuentro
Para muchos, este tipo de celebraciones puede parecer una curiosidad. Pero para quienes han vivido años de complicidades, afectos y también pérdidas, la reunión de cada 31 de agosto se transforma en una declaración de principios: celebrar el presente, abrazar la vida y nunca olvidar de dónde se viene ni con quién se ha caminado.
La cofradía “Los que pasaron agosto” representa algo mucho más grande que una simple junta de amigos. Es una comunidad de afectos, de lealtades y de memoria. Es la prueba de que en medio del frío austral, la calidez humana sigue siendo el mejor abrigo.
Mientras el calendario marca el paso del tiempo, este grupo demuestra que, mientras haya voluntad de juntarse, historias por contar y recuerdos por honrar, agosto seguirá siendo un mes de resistencia, celebración y homenaje.
Y ya lo saben: no se trata sólo de cumplir un año más… se trata de pasar agosto, juntos.