Los mismos diez años de cárcel que el fiscal Fernando Dobson pedía para un sujeto que abusó y violó de su hijastro, fue la condena que ayer entregaron los jueces.
Por seguridad y para no perjudicar aún más a la víctima es que no se entrega la identidad de la persona encontrada culpable de someter a vejámenes sexuales a un menor de edad. Por algo el fiscal dijo hace días que este era un caso que “claramente escapa al común de los delitos que se ventilan en juicios orales”. Mientras que los magistrados dieron por establecidos los delitos, a partir de las pruebas que presentó el Ministerio Público. Sobre todo la declaración del menor. “Un relato que impresionó a estos sentenciadores”, porque lo consideraron claro, preciso y genuino, “pues ha explicado pormenorizadamente la forma en que se desarrollaban los actos que lo afectaban, la época y lugar en que ocurrían y el menoscabo que éstos le producían, denotando una aflicción auténtica y lo más llamativo, una indiscutible vergüenza por lo vivido”. Una declaración que fue apoyada firmemente por los dichos de la propia madre del menor, la profesora y la directora de la escuela donde estudiaba.
El padrastro, además de tocarle sus genitales, le pedía al menor que actuara como hombre y él como mujer.
Para la condena fue vital la declaración que prestó el acusado en Puerto Montt, en forma previa a su detención, donde reconoció los hechos de la denuncia que pesaba en su contra y que, “en su rol de padre sabía que lo que estaba haciendo era malo pero que se sentía atraído por el menor”.
Los jueces Luis Álvarez, Gonzalo Rojas y Pablo Miño condenaron a diez años de presidio efectivos al acusado, en calidad de autor de los delitos reiterados de violación y estupro en perjuicio de un menor de edad, perpetrados entre julio de 2006 y agosto de 2009.