
En la soledad del recinto, destacó sólo un comerciante de alfombras de pieles de oveja, que ofrecía su mercancía a uno que otro turista curioso que se aventuró a conocer esta nueva construcción.
A las tres de la tarde, la situación no había variado mucho. En el primer piso, pese a que estaban dispuestos los congeladores, no se había instalado ninguna pescadería. Respecto a las florerías, cabe destacar que lucían cerradas y sin vista hacia el interior de los locales.
En el segundo piso, destinado a tiendas de artesanía y souvenirs, la situación era un poco menos dramática; la mayoría de las tiendas lucían sus escaparates, pero sin locatarios a la vista. La excepción estuvo dada por el local de Arteludika, que aunque sin mucha actividad ofrecía sus productos a la venta y a la vista del poco público existente.
En el tercer piso, destinado a ser usado como patio de comidas y expendio de alimentos, se mantenía el escaso público, con la presencia de algunos locatarios que organizaban sus futuros locales. La excepción estuvo dada por una pequeña heladería, cuyo personal se mantenía a disposición del público visitante.
En este sentido, cabe destacar el revuelo y las expectativas que durante la semana se habían generado por la apertura al público del Mercado Municipal de Punta Arenas. Al respecto, la administración del recinto había informado que un porcentaje de los locales se mantendrían abiertos ayer, sin embargo, éste fue mucho menor del esperado por la opinión pública. Más aún, cuando la idea era hacer partícipe a la comunidad del proceso de instalación de los locales, el que concluirá cuando todos los espacios arrendados entren en funcionamiento.
Lo cierto es que no se comprende de qué manera la comunidad podría hacerse partícipe de la instalación de los locales, dado que la sociedad concesionaria planteó la realización de un gran acto, para inaugurar las nuevas dependencias, pero que se llevaría a cabo una vez que estén arrendados y abiertos todos los locales.
Por ello, lo afirmado por la administración del nuevo mercado cae en el plano de la demagogia, pero sin haber dispuesto para ella la retórica con la cual poder excusarse.