El fundamental rol que han cumplido los colectiveros en la movilización

General
14/01/2011 a las 09:25
Desde la madrugada del miércoles pasado muchos no han parado. Dicen que es por la causa y que no cederán hasta llegar a un acuerdo con el Gobierno... Se trata de los choferes de las distintas líneas de taxi colectivos de Punta Arenas, todos unidos en contra del alza del precio del gas. Horas y horas a la intemperie, bajo el sol o la lluvia, soportando el frío y las rachas de viento, cientos de choferes de la locomoción colectiva menor se apostaron en diversos puntos para bloquear las principales calles de la ciudad, en protesta por la anunciada alza en el precio del gas domiciliario e industrial.
Belarmino Maimai Álvarez, puntarenense de 56 años, casado, chofer de la línea de taxis colectivos 117 rojo, que en la mañana de ayer se encontraba bloqueando avenida Presidente Eduardo Frei Montalva, a la altura de la intersección con calle Pedro de Valdivia, contó que “ayer (el miércoles pasado) estuve desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche”, a la vez que reclamó que nadie le había llevado algo de comer, como se había acordado. Sólo se mantuvo en su puesto tomando café.
Respecto de sus motivaciones para participar tan activamente de esta movilización social, Maimai expresó que “es una pena muy grande para mí, porque soy magallánico. Me acuerdo cuando mi papá tenía un galón de gas. Después nos pusieron medidor… No soy de ningún color político, pero que no abusen de nosotros (...)”.
Por su parte, la única mujer de un grupo de choferes que se ubicaron en avenida Frei con calle Manantiales, Brígida Alvarado Calbucoy, casada, dos hijos, colectivera de la línea 220 y residente en Punta Arenas hace 27 años, afirmó que “necesitamos apoyo de toda la ciudadanía; que vengan nuestros compañeros para que no seamos los mismos de siempre. Estoy desde el primer día, tuve un relevo y mis compañeros me enviaron a descansar. Nos relevamos entre nosotros mismos”.
“He dormido lo mínimo. Ojalá no siga esto por mucho tiempo más”, agregó.
Uno de sus compañeros, José Mora Arteaga, puntarenense de 55 años, agregó que “he permanecido aquí mismo, con los compañeros, hasta cuando nos avisaron a las 10 de la noche que podíamos irnos a descansar, porque habíamos estado desde la cinco de la mañana”.
Con respecto de cómo han debido arreglárselas para alimentarse y otras necesidades básicas, contó que utilizan el baño más cercano, que en este caso es el del supermercado Líder, ubicado en el Mall Espacio Urbano Pionero.
“Igual tenemos nuestras cosas. Anoche (la noche del miércoles) hicimos unos choripanes con café, pero con eso nomás nos hemos mantenido. Realmente tenemos poca ayuda de la comunidad (…)”, expresó.
Por su parte, el temuquense César Valenzuela Canuipán, residente en Punta Arenas desde hace 20 años, colectivero de la Línea 100, y quien se ubicó en Frei con Enrique Avello, precisó que “estoy desde las cuatro y media de la mañana del miércoles. No he parado”.
Asimismo, señaló que los vecinos les han traído a él y sus compañeros sándwiches y café. “Se han portado bien en ese sentido”, dijo.
La lluvia de la noche del miércoles no fue impedimento para que continuaran con el bloqueo. “Nos mojamos nomás. Pero hicimos fuego y así, nos fuimos secando”, contó.
El dirigente de la pesca artesanal Juan Lemus Otey, de 63 años y residente en Punta Arenas desde hace 35 años, se encontraba ayer en el sector de Tres Puentes, junto a numerosos colectiveros y camioneros.
“Estuve 47 horas sin dormir, desde que se inició el paro. Volví ayer (el miércoles), a las ocho de la mañana. El agotamiento no se nota cuando uno está luchando por nuestra región. Vivimos del gas”, expresó.
Además, destacó la colaboración de la ciudadanía, en cuanto a alimentación. “La comunidad nos está apoyando fuertemente con pan, parrillada, sándwiches, mortadela y ollas con comida”, afirmó.
“Tenemos un apoyo tremendo de todo Chile e incluso del extranjero”, señaló finalmente.
El colectivero Carlos Espinoza Candia, de 55 años y quien se encontraba en avenida Los Generales con Frei, calificó esta experiencia de “dura, porque la noche es más helada; hemos tenido que dormir en los autos y mojados, porque en la tarde ya no nos viene a ver nadie. Hemos sentido frío, pero hambre no, porque, en ese sentido, la comunidad nos ha apoyado, con sándwiches, bebidas, café, incluso ayer pasaron dos niños –que no sabemos quiénes son-, con sopaipillas”.
“Vamos a seguir hasta que esto muera. Nosotros paramos dos días y hay muchos colegas que tienen deudas con distintas instituciones, y son dos días en que hemos dejado de ganar. Pero somos magallánicos”, concluyó.

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