
Sin duda, el impacto económico inmediato es difícil de cuantificar, pero relativamente fácil de esbozar. La producción se verá afectada. Casi todas las compañías automotrices japonesas suspendieron sus actividades. Sony Corp. , en tanto, cerró seis plantas de fabricación de componentes electrónicos. Por su parte, Kirin, Asahi y Sapporo, que representan cerca de 40% de la producción cervezera del país, se encuentran fuera de servicio. A su vez, el suministro eléctrico está interrumpido.
Los economistas de Nomura habían pronosticado que Japón, cuya economía se contrajo en el último trimestre de 2010, “saldría de su actual letargo” en el segundo. Ahora dicen que esto no ocurrirá hasta bien entrado el segundo semestre del actual ejercicio.
Estos son algunos de los factores que podrían marcar la diferencia entre una recuperación rápida como la de Kobe, donde la actividad manufacturera demoró unos 15 meses en retomar su nivel previo al terremoto, o un fenómeno diferente.
Reconstrucción
En principio, Japón no debería tener mayores problemas para pagar la cuenta de la reconstrucción. Después de todo, estamos hablando de un país rico. Incluso si los costos son 10 veces más grandes que los del terremoto de Kobe, añadirían apenas siete puntos porcentuales a la relación deuda-Producto Interno Bruto (PIB) de Japón.
Sin embargo, hay algunos aspectos que invitan a proceder con cautela. Actualmente la deuda fiscal bruta asciende a más de 200% del PIB de 2010, estima el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto es más del doble de lo que Japón debía en 1995, cuando ocurrió el terremoto de Kobe.
A ello habría que agregar que Japón, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, depende principalmente de los ahorristas locales para financiarse y, últimamente, lo ha estado haciendo a tasas de interés sumamente bajas.
Factores de recuperación
Mucho depende de la reacción de los mercados globales. Si los inversionistas, nerviosos por la alta deuda fiscal de Europa y EE.UU., elevan los costos de financiamiento de Japón, podrían crear fricciones financieras. “No podemos dar por descontado que los mercados de bonos tomarán las cosas con calma en el actual entorno fiscal”, dice Maurice Obstfeld, economista de la Universidad de California en Berkeley. “El tema de un incumplimiento de la deuda soberana en los países ricos no estaban en el radar en 1995, ahora las economías pudientes lo han puesto” sobre la mesa. Según el FMI. Japón es uno de los principales compradores de bonos del Tesoro de EE.UU. Si el gobierno y las empresas de Japón repatrían los recursos necesarios para reconstruir, esos ingresos podrían menguar, lo que debilitaría al dólar e incrementaría los costos de deuda de EE.UU. en momentos en que el nivel de deuda fiscal de ese país es un tema de preocupación global.
Este proceso podría tener un resultado negativo; la repatriación de fondos podría provocar una fuerte apreciación del yen, lo que tendría efectos indeseados para los exportadores japoneses cuya producción no se ha visto afectada. Sin embargo, los analistas esperan que el gobierno intervenga si la moneda local sube demasiado rápido.
Procesos globales
Aludiendo al terremoto y la crisis en Medio Oriente y el Norte de África, los economistas de J.P. Morgan Chase predijeron el viernes “una cantidad inusual de volatilidad en los precios globales del petróleo durante las próximas semanas”. A este respecto, cabe considerar que Japón es el tercer importador mundial de petróleo después de EE.UU. y China. Los problemas en las plantas nucleares podrían hacer que, a la larga, Japón importe más petróleo, gas natural y carbón. En este sentido, los analistas estiman que el reemplazo de la capacidad total nuclear de Japón por crudo se traduciría en la importación de 375.000 barriles adicionales al día, los que hay que sumar a la actual demanda de 4,25 millones de barriles.