Los directores de las escuelas Manuel Bulnes, España y Hernando de Magallanes se refirieron a algunos de los requisitos para que los establecimientos funcionen de acuerdo a las nuevas exigencias de la educación. Al iniciarse un nuevo año escolar en la Región de Magallanes, los equipos directivos de los establecimientos educacionales municipales de la capital regional, Punta Arenas, ya comienzan a alistar las proyecciones y desafíos que imponen los avances en materia de políticas de la educación en el país, lo que no podrían hacer sin las condiciones adecuadas de infraestructura para realizar con normalidad la labor escolar.
Algunos de estos requerimientos son por los que históricamente han luchado establecimientos como la Escuela Patagonia, por ejemplo, que sólo el año pasado consiguió los recursos para reparar la techumbre de la edificación de un patio que filtraba el agua de las lluvias inundando el sector en que jugaban los niños en el recreo e incluso, a través de las ventanas de las salas de clases.
Para Aliro Quezada, su director, una petición que fue escuchada pese a la tardanza del financiamiento para el arreglo total de la construcción.
Una tónica que al sondear ayer, el funcionamiento de tres escuelas básicas de la comuna, se repite, pero por la preocupación de que el crecimiento de matrículas en algunos de ellos ha obligado a reordenar la distribución de la tareas al interior del establecimiento para dar cabida a más alumnos, lo que va reduciendo el espacio de acción que cada ámbito de la educación y administración debería tener.
Es el caso de las escuelas Manuel Bulnes y España que mediante sus directores, Mario Rivera y Nieves Raín, respectivamente.
“Hemos tenido que reorganizar las clases porque el año pasado teníamos como 450 alumnos y hoy llegamos por sobre los 500”, dijo Nieves Raín, quien afirmó que han tenido que sacrificar algunos espacios como la sala de profesores para instalar un nuevo curso porque se integró un pre kínder más al plantel educacional y, asimismo, ir readecuando sectores para el área de integración que es la enseñanza que se le otorga a alumnos con capacidades espaciales.
La directora también hizo alusión a las dificultades en la partida del año con el sistema de calefacción donde asegura que hay falta de mantenimiento como también agua caliente para los kínder, y la necesidad de una bodega para el acopio de materia pedagógico que “debe estar protegido”.
Mario Rivera, de la Manuel Bulnes, recalcó el cambio en el que debieron incurrir con el cierre de una salida para el alumnado del establecimiento con el objeto de implementar una biblioteca y así dedicar otros espacios al área digital como las salas de computación.
Se refirió también a la importancia de pavimentar y techar uno de los patios para que niños de niveles menores que se ubican en ese sector aprovechen ese espacio en los recreos ya que “los pasillos casi no dan abasto para los casi 700 alumnos que estudian en nuestro establecimiento”, señaló Rivera.
No es el caso de la Escuela Hernando de Magallanes, que mediante su director, Arturo Mansilla, aseguró que en temas de infraestructura, el establecimiento no poseía ninguna dificultad. Sin embargo, esbozó una crítica en relación a la calidad de las construcciones en las nuevas infraestructuras que se contemplan para ampliar los colegios. “Muchas veces no cumplen con los estándares que se debieran exigir”, indicó Mansilla, poniendo de ejemplo una dependencia de la escuela que dirige a la cual se le ha ido resquebrajando y deteriorando la fachada de la pared por lo juegos por la actividad recreativa que, a diario, realizan los alumnos en ese sector del establecimiento.