El empresario regional Juan Luis Mattassi se encuentra próximo a inaugurar la réplica de la nave en la que Hernando de Magallanes descubrió Chile y el bote ballenero James Caird con el que Ernest Shackleton hiciera uno de los más grandes viajes en barco. ¿Se imagina poder conocer la réplica exacta de la célebre Nao Victoria, la única de las cinco naves (La Trinidad, La Concepción, San Antonio, Santiago y Victoria) que logró regresar a España con 18 sobrevivientes, de la expedición que comandada por Hernando de Magallanes descubriera en 1520 Chile por el sur, el Estrecho que hoy lleva su nombre? O, además, ¿subirse al bote ballenero “James Caird”, actualmente en construcción, en el que Sir Ernest Schackleton realizara el heroico viaje de 1.300 kilómetros desde la isla Elefante hasta las islas Georgias? Esto podrá hacerlo en poco tiempo, cuando en mayo abra sus puertas el museo de Sitio Nao Victoria, propiedad del empresario Juan Luis Mattassi, ubicado 7,5 kilómetros al norte de Punta Arenas.
Mattassi, quien literalmente se embarcó en este proyecto como una forma de promover el turismo en la zona, señala que “me capacité y me di cuenta que era posible transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas, y que podía generar un producto que fuera diferenciador del resto. Así nace la idea de la Nao Victoria. Empecé a investigar sobre barcos, construcciones navales, acerca de otras réplicas de barcos que existen en el mundo y así fui generando la idea con la finalidad, obviamente, de materializarla en el Estrecho de Magallanes”.
El aporte de este museo apunta al desarrollo del turismo cultural, con rescate patrimonial, a orillas del Estrecho de Magallanes. Su reproducción pretende ligar directamente al público con la aventura de Hernando de Magallanes, procurando que los visitantes tengan una experiencia intensa en base al relato de la secuencia de los acontecimientos ocurridos en el mítico Estrecho.
La nave está equipada con objetos de uso diario, instrumentos de navegación, artillería y figuras de algunos personajes de la Armada magallánica.
Esta es la única réplica de un barco del siglo XVI construida en Chile. En ella se ocuparon aproximadamente 80 metros cúbicos de madera de lenga, más los mástiles, con lo que se llega a los 100 metros cúbicos. En el proyecto trabajaron tres carpinteros, los que se demoraron 18 meses en construirla y tuvo un costo de $ 140 millones.
A este proyecto se suma el de la construcción de la réplica del barco ballenero con el que Ernest Schackleton realizara su viaje a las islas Georgias en abril de 1916. Con esta obra se busca ampliar la oferta a la planificación estratégica del museo y ser un aporte a la cadena de valor al turismo.
Este bote abierto de 6,9 metros por 1,85 de manga llamado “James Caird”, en honor de uno de los auspiciadores de la expedición, fue mejorado por el carpintero Juan Cariñanco, agregándole casco o tabla viva de 15 pulgadas, una sobrequilla, cubierta de lona y en popa un segundo mástil, en él, seis hombres navegaron durante 17 días en la navegación mas extrema jamás realizada.
La idea de construir la réplica de este barco es representar algo de la historia antártica en la ciudad de Punta Arenas y contar cómo se desarrolla esta gesta mundialmente conocida, y que termina de manera positiva en esta ciudad.
El “James Caird” magallánico se implementará con toda su maniobra y los elementos que iban a bordo durante la navegación, de igual manera se exhibirán figuras a tamaño real que representan a los expedicionarios. Su construcción se inicio en marzo y el avance actual es de 10%.
El empresario manifestó que esta era una manera de contar la historia de forma diferente, en vez de ir al museo y verla detrás de una caja de vidrio. “Aquí la gente va a poder vivir la historia. El barco de Schackleton va a estar expuesto acá con una figura a tamaño real, va a poder subirse a él. Además, queremos implementar un sistema de audio guía. Este proyecto culmina ahora, pero tenemos toda la voluntad de que más adelante, cuando se cumplan los 500 años del descubrimiento del estrecho, a lo mejor hacer un proyecto más grande”, puntualizó Mattassi.
Viaje del James Caird
Esta fue una travesía en un bote abierto por el Atlántico sur realizada en 1916 por Ernest Shackleton y algunos compañeros, tras haber tenido que suspender la Expedición Imperial Trans-Antártica por la pérdida de su barco, el Endurance, en octubre de 1915. El buque había sido aplastado por los témpanos en el mar de Weddell, quedando tirados Shackleton y la tripulación sobre los poco fiables témpanos flotantes. Durante los meses siguientes, la deriva del hielo les fue llevando hacia el norte hasta abril de 1916, cuando la banquisa sobre la que estaban acampados se rompió. Posteriormente, con los botes rescatados del Endurance iniciaron el viaje hacia la lejana e inaccesible Isla Elefante, en las Islas Shetland del Sur. Una vez llegados a la Isla Elefante, Shackleton comprendió que el medio más eficaz para salvar a su maltrecha tripulación sería el de navegar en uno de los botes salvavidas, hasta las islas Georgias del Sur, a una distancia de unos 1.500 kilómetros y regresar con un barco de rescate. De los tres botes salvavidas sacados del Endurance, el James Caird fue considerado el más resistente y con más probabilidades de superar al viaje. Antes de iniciar la travesía, el carpintero del barco, Harry McNish, reforzó el bote para resistir los embates de los tormentosos mares australes. La tripulación del bote la formaban seis personas encabezadas por Shackleton, entre ellas iba el capitán del Endurance, Frank Worsley, encargado de la navegación. Shackleton le describió más tarde como “uno de los mejores luchando contra los elementos”.
Los historiadores califican la travesía del James Caird como uno de los más grandes viajes en barco jamás realizados