
El protocolo es uno de los temas que más ha estado en boga, hecho que Rees aduce a la seriedad y tradición que por años ha caracterizado a la corona británica, y que en esta ocasión no fue la excepción, “las tradiciones en este tipo de ceremonias son milenarias, de hecho, por ejemplo, no se puede seguir comiendo si la Reina ha terminado de comer, ya que al dejar sus cubiertos sobre la mesa, inmediatamente se considera que se terminó la cena”, enfatizó el Cónsul Rees.
Tras una jornada llena de emociones -que incluyó la recepción oficial ofrecida por la reina- los recién casados se tomaron unas horas de descanso en Clarence House, la residencia oficial del príncipe Carlos.
Los duques de Cambridge hicieron el trayecto entre el palacio y Clarence House a bordo de un Aston Villa descapotable conducido por el príncipe, en cuya matrícula se podía leer la leyenda “recién casados”, mientras un helicóptero de rescate de la RAF, tripulado por compañeros del novio, sobrevolaba la escena.
Según las palabras de Rees, la fiesta que se realizó ayer, a la cual fueron invitadas sólo 300 personas, sería de una forma más íntima, ya que el evento fue organizado por una de las hermanas de la novia, y traería consigo un poco más de relajo luego del agitado día vivido por los duques.
La pareja pasó su noche de bodas en el palacio de Buckingham y se desconoce cuál será su agenda para los próximos días, así como el destino de su luna de miel.