El orgullo de familiares de conscriptos en Juramento a la Bandera

General
10/07/2011 a las 11:27
Con el emblema patrio y sus parientes por testigos, los más de 900 soldados juraron servir a Chile “hasta rendir la vida si fuera necesario”. “Se necesita valor para olvidarse de sí mismo, por amor al prójimo y para sacrificar los bienes materiales por bienes espirituales”, fueron las primeras palabras que el Comandante en jefe de la V División de Ejército, General de Brigada Luis Felipe Zegpi Pons, dirigió a los más de 900 efectivos que hicieron ayer el Juramento a la Bandera en Punta Arenas.
La tradicional ceremonia se realizó en la Plaza de Armas Benjamín Muñoz Gamero, y comenzó a las 11.30 horas.
La bandera tricolor, que fuera heroicamente defendida en 1882 por 77 soldados del Regimiento Chacabuco ante el ataque de cientos de soldados peruanos y miles de indios del país vecino, ondeó en lo alto del mástil principal de la ciudad para ser testigo e inspiración del noble compromiso de la juventud hacia su país.
La mayoría de los soldados conscriptos, provenían de Santiago, Concepción, Curicó y algunas poblaciones aledañas a Punta Arenas, a quienes el viernes se les entregó su primer arma en dependencias de la IV Brigada Acorazada “Chorrillos”.
“Juro, por Dios y por esta bandera, servir fielmente a mi patria, ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar, hasta rendir la vida si fuese necesario, cumplir con mis deberes y obligaciones militares conforme a las leyes y reglamentos vigentes, obedecer con prontitud y puntualidad las órdenes de mis superiores, y poner todo mi empeño en ser un soldado valiente, honrado y amante de mi patria”, fue el solemne juramento de estos héroes anónimos que a partir de ahora formarán parte activa del Ejército Chileno.
Las familias
El frío magallánico no fue obstáculo para los cientos de familias que desde las 10.30 horas comenzaron a ocupar los espacios dispuestos por el Ejército para presenciar el Juramento a la Bandera de los nuevos soldados.
Los padres, parejas, hijos y hermanos de estos defensores de la patria, soportaron desde entonces temperaturas de hasta dos grados bajo cero, motivados por la ilusión de ver cumplido el compromiso con la nación de las más de 900 almas en formación.
Para Tulio Arancibia Escobar, quien jurara ante la Bandera en 1985 en el Regimiento de Talca, representó un gran esfuerzo viajar desde su casa para ver a su hijo (único soldado de Talca en la 5ª División), pero “Es un enorme orgullo ver que mi hijo (soldado César Arancibia Arellano) cumpla finalmente con este sueño y tradición familiar”, comentó entre lágrimas, ya que hace menos de dos años su esposa falleció, “Ella estaría orgullosa. Está orgullosa porque está aquí conmigo y de no haber sido así, yo no estaría en Punta Arenas, sería ella la que acompañaría a su hijo en esta ocasión”.
Muy agradecido con el Ejército de Chile por el apoyo brindado para trasladarse hasta Magallanes, comentó además: “Es un gran orgullo servir a la patria, incluso tengo dos hermanos militares que sirven en la 5ª división”.
Al igual que Arancibia, cientos de familias permanecieron hasta el final del desfile de honor, para ver a sus hijos convertidos en verdaderos “hombres de bien”, como aseguró la señora Brígida Cares López, que viajó desde la comuna de Puente Alto en Santiago, para acompañar a su hijo Jean Franco, que juró servir a la patria como parte de la Unidad de Ingenieros del Ejército.
“Estoy tan orgullosa que no sé cómo expresarlo, estoy muy feliz por él, y vine a demostrarle todo mi amor. Simplemente estoy feliz”.
Es así como la nación vio nacer a estos soldados que llevarán grabado en su corazón, “Chile siempre primero, y a su Ejército honor y gloria”.

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