Quebrando su férrea postura de no dialogar con los huelguistas hasta que depusieran la movilización, el edil Vladimiro Mimica Cárcamo cambió de opinión después de recibir la carta de la organización social, donde le otorgaban 24 horas para entablar conversaciones con los trabajadores. Cuando el lunes pasado el consejo ampliado de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), representados por sus dirigentes, llegó hasta el municipio para entregarle la carta al alcalde Vladimiro Mimica Cárcamo, señalándole que esperaban que antes de 24 horas se acercara a dialogar con los tres funcionarios en huelga de hambre, pocos creyeron que el edil iba a ceder en su postura que había mantenido firme desde el principio: no conversar con los trabajadores hasta que depusieran la movilización.
Así pasaron 17 días desde que los empleados iniciaron el ayuno y otros 12 de paro de actividades municipales, en que el diálogo estaba en absoluto punto muerto, incluso el jefe comunal viajó a Santiago a realizar diferentes trámites, mientras que en Punta Arenas los dirigentes de la Asociación de Funcionarios (Asemuchpa); Jorge González, Emilio Aguilar y Juan Urzúa, estaban iniciando una medida extrema para conseguir el pago del incremento compensatorio.
No obstante, toda la firmeza del alcalde, la carta de la CUT hizo lo que nadie pudo lograr en casi un mes; que se retomaran las conversaciones para avanzar en alguna salida al conflicto, pues pasaban los días y no se veía ninguna posibilidad de que se encontrara una solución.
Pero el ultimátum de 24 horas del consejo ampliado pudo más y el edil, quien siempre se ha reconocido como una persona socialista, reaccionó a la petición y en menos de un día ya había llegado hasta la sede de Los Estibadores para consultarle a los funcionarios sobre su estado de salud y para plantear nuevamente su postura respecto de la cancelación requerida, que no tenía ningún factor nuevo, pero que igualmente era reconocida como una señal positiva.
Y es que la CUT, que está respaldada por gran parte de la Concertación y por el ala más izquierdista del abanico político, no está para dejar a la deriva a los trabajadores y, a su vez, el alcalde no está en condiciones de enemistarse con la entidad aunque haya recibido una presión pública que lo obligó a actuar como se le exigía y romper su postura, pues a pesar de que reconoció que no desea postularse a otro cargo de elección popular -pero siempre haciendo la salvedad de que “una noche es mucho tiempo en política”-, el escenario puede modificarse y siempre es bueno tener un respaldo amplio como es el de la oposición. Y si efectivamente no se presenta a las municipales ni a las parlamentarias, en lo inmediato el puesto de edil requiere de apoyo político para muchas de las gestiones y de las tareas propias del cargo, que ante los diversos problemas que presenta el municipio, no sería recomendable entrar en aprietos con la Central Unitaria de Trabajadores y las diversas organizaciones que confluyen en ella.
A su vez, las aspiraciones políticas de sus cercanos también podrían verse perjudicadas ante una actitud poco preocupada frente a los trabajadores, por lo que lo más sensato era efectivamente dialogar con los huelguistas como se lo exigieron.
De hecho, tanta fue la importancia que le otorgó el alcalde a la misiva de la organización social, que durante la tarde, después de conversar con los empleados, sostuvo una reunión con el presidente provincial de la CUT, Dalivor Eterovic, a quien le detalló el encuentro y le confirmó que iba a realizar las gestiones que le solicitaron los funcionarios movilizados.
Con este paso, el edil evitó verse enfrentado a otra polémica situación, como lo podría haber realizado el consejo ampliado, pues el lunes advirtieron que de no tener una respuesta positiva del jefe comunal, se iba a analizar otras medidas de presión.
Además, descomprimió la tensión con los funcionarios, ya que después de 17 días en huelga de hambre, la paciencia y el ánimo de los trabajadores no estaba para seguir esperando y sin ninguna señal de que la situación iba a cambiar.