
Las manifestaciones estudiantiles alcanzaron a 27 de los 33 mineros que participaron en una ceremonia ecuménica de agradecimiento por su rescate y en un acto en la sede del Museo Regional de Atacama en Copiapó, 800 kilómetros al norte de Santiago. Cuando se retiraban del museo y caminaban hacia el autobús que los trasladaría a otra actividad, les arrojaron piedras y frutas al tiempo que los insultaban a viva voz. El sicólogo Alberto Iturra, -del equipo médico que apoyó el rescate a los mineros-, dijo a AP que lo sucedido a los trabajadores “forma parte de un proceso de enajenación que implica no distinguir los espacios, las personas ni nada, no tener conciencia de lo que están haciendo, que aqueja a los estudiantes”. Estos tuvieron roces con la policía antimotines, que detuvo a una decena de manifestantes. Agregó que “los mineros están recibiendo una violencia injustificada, irracional, enajenada, porque los que la realizan no tienen conciencia del dolor que están provocando”.