
El escrutinio de las elecciones primarias del 14 de agosto, habilitó a siete candidatos para competir por la Presidencia en octubre, y confirmó a la actual máxima autoridad del país, con un 50,24% de los votos, demostrando una clara ventaja sobre sus opositores. Ejemplo de esto son los 38 puntos a favor que posee sobre el segundo más votado, el radical Ricardo Alfonsín.
La líder y candidata de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, quien obtuvo sólo el 3.22% de los votos, fue la primera en dar por descontado una derrota de la oposición en las elecciones del próximo 23 de octubre.
Al asumir toda la responsabilidad por el magro resultado obtenido, Carrió llamó al electorado a cortar papeletas y votar al menos por los legisladores de la Coalición Cívica.
La estrategia de asegurar las bancas legislativas también la utilizarán los integrantes de la Unión Cívica Radical (UCR), quienes son actualmente la segunda fuerza parlamentaria de Argentina, y su presidente, Ernesto Sanz, advirtió que si en octubre se repiten los resultados obtenidos por Alfonsín, el país estaría ante “un grave peligro institucional de desequilibrio de poder”.
UCR ratificó su apoyo a la candidatura presidencial de Alfonsín, aliado al conservador Francisco de Narváez, y anunciaron que mejorarán las propuestas de sus candidatos al Legislativo.
El propio Alfonsín admitió en días recientes que era “improbable” ganarle a Fernández, aunque luego de reproches de su aliado, aseguró que va “a seguir peleando para ganar las elecciones”.
El alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, afirmó que “la matemática es cruel, ya que la diferencia obtenida por Fernández y la división en la oposición hacen que se presente imposible ganarle a la Mandataria en octubre”.