Generalmente, este tipo de hechos delictivos son perpetrados en comercios que tienen un gran movimiento económico y aquellos que trabajan hasta altas horas de la madrugada.
Como ejemplo de esto, fue la noche de terror que vivió un comerciante de 60 años el martes, cuando tres antisociales ingresaron a su local y lo amarraron con cinta de embalaje, y posterior a eso sustrajeron cerca de
$ 130 mil que había recaudado ese día.
Ante esta situación, varios comerciantes de la ciudad han manifestado su preocupación debido la posibilidad de ser las próximas víctimas de este tipo de hechos delictivos.
En respuesta a esa sensación de vulnerabilidad, varios comerciantes han comenzado a proteger su integridad y la de sus negocios con distintos elementos y dispositivos de seguridad, a raíz de que “la gente de antes era confiable”, comentó una locataria, quien tiene un pequeño almacén en el sector norponiente de la ciudad.
Cámaras de seguridad, detectores de movimiento y complejos sistemas de alarma son sólo algunas de las implementaciones que estos comerciantes han hecho a sus locales.
Este tipo de implementos han sido clave en las investigaciones de algunos crímenes, como el ocurrido la madrugada del pasado 10 de junio, cuando dos delincuentes encañonaron a dos empleadas de un motel, y tras amarrarlas lograron huir con lo recaudado durante esa noche y algunas botellas de licor.
Autoprotección
En otros casos, los comerciantes han instalado al interior de sus negocios otras medidas en pro de su seguridad, tales como enrejados y ventanillas de cobro con las que han visto reducidos los robos express, ya que los clientes no tienen acceso a la mercadería salvo solicitarla al vendedor.
Esta medida ha resultado ser de gran eficacia, para Agustín Aguilar, que por más de 20 años ha atendido su almacén en la población El Pingüino, y al igual que él, se pueden ver gran cantidad de comercios que han optado por estas mallas que los protegen también de posibles agresiones, especialmente, a altas horas de la noche.
Algunos comerciantes que no han tenido la posibilidad de instalar ninguna de estas diversas medidas de seguridad, comentaron que incluso han pensado en tener un arma o algún tipo de objeto contundente con el cual defenderse en caso de emergencia, pero debido a las leyes existentes, donde podrían convertirse en victimario y no víctima al actuar en defensa propia, han decidido sólo “esperar que no pase nada y en el peor de los caos que Carabineros pueda hacer algo”, reconocen.
Miedo
“La verdad es que trabajamos con miedo”, comentó a Diario El Pingüino el propietario de un centro de juegos en el centro de la ciudad.
“Antes no era así. Ha venido mucha gente del norte y por eso se ha incrementado la delincuencia. Esta es una ciudad chica y todos nos conocemos y rápido se nota los que no son de acá”, comentó Luis Godoy, quien por más de 25 años ha atendido el negocio familiar, el salón de pool “Manhattan”, que mantiene abiertas sus puertas desde las 11.00 hasta las 5.00 horas.