
Tres médicos brasileños fueron condenados a más de 17 años de cárcel, tras ser encontrados culpables de extraerle a pacientes vivos órganos que se destinarían a trasplantes. Lo que le produjo la muerte. El jurado los declaró culpables por las muertes de cuatro pacientes a finales de 1986. El fiscal Marcio Friggi de Carvalho denunció que los profesionales formaban parte de una organización que se dedicada a conseguir órganos para personas adineradas. Los doctores Rui Sacramento y Pedro Torrecillas estaban acusados de homicidio y el doctor Mariano Fiore Junior, de complicidad.