
Los niños con autismo tenían ojos más amplios y una frente más grande, comparados con los de un niño normal. Los niños con autismo también presentaban una región más corta en la parte media de la cara -incluyendo la nariz y las mejillas-, así como una boca más amplia y pronunciada en la parte debajo de la nariz y encima del labio superior.
El estudio también encontró que los niñps con un autismo más severo y que presentan problemas de conducta, de lenguaje, comportamientos repititivos, tenían rasgos faciales diferentes a los de un niño con autismo medio.
"Aún no está claro si el autismo es causado por la genética o por factores ambientales", dice la doctora Kristina Aldridge, de la Universidad de Missouri. "Si podemos identificar cuándo se producen estos cambios faciales, podríamos determinar cuándo el autismo comienza a desarrollarse en un niño", dijo.