
El trasgredir los limites básicos del respeto hacia los demás, en este caso, tal como ocurriera en el senado hace unos días, durante la sesión donde participaba el ministro Bulnes, implican un mal uso de la libertad, comenzando a rayar en el libertinaje, actitud que en nada contribuye a un buen desarrollo de la democracia, con todo lo que ella implica.
Si seguimos por este camino, no estará lejos el día en que alguien determine pintar las fachadas de los edificios neoclásicos, patrimoniales, del centro de la ciudad que aun se aprecian en su concepción original, y lo que es peor hacerlo con los colores de pintura que sobraron en alguna bodega, convirtiendo a la ciudad y su imagen en una especie de circo, situación que no ennoblece en lo más mínimo el carácter de nuestra querida capital regional. Preservar la esencia original de la obra y nuestro patrimonio es más que una cuestión de gustos relativos, es un deber cívico y quienes tienen de alguna manera, “las llaves de la ciudad”, o su administración a cargo, deben estar a la altura de ese compromiso con lo nuestro.”