
Denisse Velásquez, directora de Educación Parvularia de la Universidad Andrés Bello, comenta que los niños junto con las diversas películas de terror, con una violencia explícita que les genera miedo y sentido erróneo de la realidad, se encuentran en el comercio con disfraces, máscaras, maquillaje y todo un motor que funciona para que asuman dichos personajes y puedan ir, de casa en casa, amenazantes con una broma o travesura a quien no les dé dulces o golosinas.
“Con esto, y siendo los valores personales, intransferibles y potenciados durante los primeros años de vida, los padres y educadores no podemos quedar impávidos; sino preguntarnos si con el objetivo de que nuestros hijos se diviertan, es posible que permitamos que exijan un dulce a cambio de hacer un daño, que más allá de ser una travesura, falta al valor del respeto por el otro, valor que tenemos el deber de inculcarles durante sus procesos de formación”.
Explica que vale la pena cuestionarse si estas fiestas aportan en el desarrollo o más bien los introducen en una costumbre lejana a nuestras tradiciones, que los acerca a antivalores como el temor, injusticia, miedo, oscuridad y que ninguna relación guarda con los valores que nos permiten convivir armónicamente en sociedad y que les queremos transmitir.
Intentando rescatar lo positivo, advierte que es necesario considerar la oportunidad para profundizar con nuestros niños que los valores son sociales y participativos, ya que afectan a otras personas, y unirnos en la decisión que han asumido diversos centros educativos celebrando la “fiesta de la primavera” de modo de revertir los antivalores de Halloween, celebrando en un ambiente en el que primen las hadas, princesas y en vez de la muerte y la oscuridad, el valor de la vida; en vez del terror y el miedo, la alegría; en vez de violencia, amor y la paz y; en vez de amenaza, respeto y entrega; invitando así a los niños a celebrar de manera constructiva y potenciando valores positivos.