
En vigor desde 1981, año del asesinato del presidente Anuar el Sadat, la Ley de Emergencia fue mantenida por su sucesor, Mubarak, que la prorrogó por dos años en mayo de 2010.
La norma permitía la suspensión de las libertades de prensa y asociación, la ampliación de los poderes de los órganos de seguridad y la anulación de los derechos civiles y políticos con la excusa de la lucha contra el terrorismo.
Tras la Revolución del 25 de enero que terminaría derribando a Mubarak, la Junta Militar se comprometió a levantar la Ley de Emergencia y, tras reactivarla de forma íntegra en septiembre pasado para evitar disturbios, pasó en enero pasado a limitar su aplicación a algunos casos.
De esta forma, la máxima autoridad provisional cumplió su compromiso de derogar la citada norma, una de las principales reivindicaciones de la revolución que obligó a renunciar en febrero de 2011 al Presidente egipcio, Hosni Mubarak.
El Parlamento -controlado por una mayoría islamista- tenía previsto ayer discutir el fin del estado de emergencia, de las detenciones administrativas y de los juicios especiales autorizados por esa ley.
El presidente de la Cámara Baja, el dirigente de los Hermanos Musulmanes Saad Katatni, había expresado previamente su rechazo a la citada norma, que según los grupos de derechos humanos ha permitido a las fuerzas de seguridad y las autoridades cometer abusos contra los civiles en las últimas décadas.
La organización Human Rights Watch (HRW) exigió ayer a las autoridades de Egipto que liberen a 188 personas que siguen detenidas bajo la Ley de Emergencia y que se tomen medidas para acabar con los llamados Tribunales de la Seguridad Estatal de Emergencia.
Por otro lado, El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que dirige el país desde la caída del ex mandatario en febrero de 2011, aseguró que entregará el poder a fines de junio a más tardar al presidente electo en los comicios.
Los militares consideran haber cumplido con su promesa de democratizar el país y subrayan la estabilidad relativa que ha reinado en Egipto desde el inicio de la “primavera árabe”, comparado, por ejemplo, con lo ocurrido en la vecina Libia.