La íntima despedida al parricida en el Cementerio Católico

General
02/09/2012 a las 18:00
Ayer, el círculo más cercano del pediatra de Curicó veló a Francisco Ramírez en Santiago. Asistieron cerca de 30 personas. “Te quiero mucho, recuérdalo. No estás solo”, le dijo una joven de cabello rizado a Francisco Ramírez Contreras mientras lo abrazaba ayer a la entrada de la sala donde estaban velando a su hijo, Francisco Ramírez Alvarado, el médico que el pasado miércoles en la noche asesinó a sus tres hijos en Curicó, para luego suicidarse frente a su esposa.

Este tipo de manifestaciones de afecto fueron las que marcaron la íntima ceremonia de ayer en el Cementerio Católico, en Recoleta, donde llegaron cerca de 30 personas a lo largo de toda la jornada.

El velorio se extendió hasta las 16.30 horas aproximadamente, cuando se dio paso a una misa en la capilla del recinto. Posteriormente, el cuerpo fue llevado al crematorio , donde permanecerá hasta que termine el proceso de reducción, el que tardará unos días.

Durante toda la tarde, el padre del médico se mostró visiblemente afectado, al igual que Jorge Ramírez, hermano del pediatra, quien incluso tuvo que salir a caminar. Ambos se fueron juntos y abrazados del cementerio, a eso de las 18.30 horas.

La mayoría de los asistentes al velorio y funeral fueron familiares y amigos cercanos al padre y hermano, así como ex compañeros de aula del médico de la Universidad de Chile.

Cercano al pediatra era el presidente del Colegio Médico de Curicó, el doctor Guillermo Torrealba. Pese a que no fue a despedirlo al Cementerio Católico, estuvo presente en el velorio en el Hospital de Curicó, el que se llevó a cabo el viernes.

“Nos conocimos hace nueve años cuando yo llegué a vivir a acá. Con Francisco éramos amigos, compañeros de trabajo, él era el pediatra de mis niños y nuestros hijos eran compañeros de colegio”, dijo.

Como anécdota recuerda que fue Ramírez la primera persona que lo invitó a comer cuando llegó a la ciudad. “Eran una familia normal. Simplemente no encuentro la explicación de lo que pudo haber ocurrido, no existe una lógica. Es como cuando un paciente con una enfermedad avanzada y que se pronostica que fallezca, de la noche a la mañana se sana. Acá pasó lo mismo, pero al revés”, explicó Torrealba.
Ayer, el capataz de la parcela de la familia Ramírez Merchak, Patricio Bustamante, quien hoy está a cargo de la casa que el matrimonio habitaba, recordó las conversaciones que sostenía con su ex patrón en el huerto, donde Ramírez demostraba su amor por la botánica y la ecología. “Conversábamos durante horas. Le gustaban las flores, era muy ambientalista y no permitía colillas de cigarro en el campo. Siempre andaba con una bolsa para echarlas. No le gustaba contaminar porque decía que se dañaba la capa de ozono. Era un hombre muy estudioso y preparado”, contó Bustamante. Además, expresó su incredulidad por el crimen cometido. “La persona que mató a sus hijos no era mi jefe. Su cuerpo lo tomó otra persona, aunque físicamente era él. Me decía que los hijos eran lo más importante en la vida, que había que protegerlos”, contó.

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