
La explosión tuvo lugar en el pueblo de Ain Isa, en la norteña provincia siria de Raqqa, según la misma ONG.
“Abogados y activistas en esta zona señalaron que la explosión se debió a un ataque aéreo”, informa el OSDH, organización con sede en el Reino Unido que se apoya en una red de activistas, letrados y médicos.
“Al menos 30 personas murieron y 83 (fueron) heridas, pero informaciones no confirmadas dan cuenta de más de 50 muertos”, declaró el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.
“Esta estación de servicio es la única que funciona en la zona, y estaba llena a rebosar”, afirmó un activista. “Fue alcanzada por un avión de combate”, señaló. Este activista, que dice llamarse Abu Muawiya, acusó al ejército de intentar matar al mayor número de civiles posible. No se han podido verificar estas acusaciones a través de una fuente independiente.
El OSDH indicó también que un helicóptero fue “derribado por combatientes rebeldes” en el sector de Tal al-Kurdi, cerca de Damasco (13 kilómetros al noreste de Damasco), una ciudad cuyos habitantes son conocidos por apoyar a los insurgentes.
Según la televisión estatal, el accidente fue consecuencia de un contacto en pleno vuelo entre el helicóptero militar y un avión de línea siria que transportaba a 200 pasajeros y que pudo sin embargo aterrizar sin problemas.
Desde el inicio de la revuelta, la rebelión anunció en varias ocasiones haber derribado helicópteros o aviones del ejército que bombardeaban sin dar respiro a sus posiciones.
El Consejo Nacional Sirio, principal coalición de la oposición renovó su llamamiento a la comunidad internacional, al estimar que su “repuesta a lo que ocurre en la ciudad más antigua del mundo (Damasco) es completamente insuficiente”.