
Mirando al mar de Otway, perdidos en la nebulosa del principio del mundo y luego de agotadoras jornadas laborales, un puñado de trabajadores decidió romper el cascarón de la vergüenza, del pudor y retomar lo que por distintas razones dejaron a medias: sus estudios escolares. Incluso doce de ellos adscribieron a la Validación de Estudios del Ministerio de Educación, aprobaron con excelencia y ya piensan en sacar una carrera profesional. La tarea habría sido imposible sin el compromiso social de la empresa Constructora Belfi S.A. que contrató a una profesora, la vocación de la docente, el apoyo del sindicato y el tiempo que destinaron distintos profesionales para apoyar las difíciles jornadas de matemática, en una sala perdida en la lejanía insular de Isla Riesco (más antecedentes en suplemento Finde).