Vietnamitas quieren volver a su país

General
26/01/2013 a las 08:33
Por ahora siguen a la espera de ser repatriados a su país de origen, luego de ser detenidos y formalizados por ingreso clandestino al país. Al cierre de la edición del suplemento recibieron la visita del cónsul de Vietnam, quien regresó ayer a Santiago. ¿Están perdidos? ¿De dónde son? ¿Qué idioma hablan? ¿Por qué están acá? Las preguntas y la curiosidad infinita del subcomisario Maximiliano Negrete Rojas, chocan con el silencio y los sonidos desconocidos de tres orientales.
Carabineros los encontró despistados en la calle, con la ropa húmeda, deambulando sin rumbo por el centro de Punta Arenas y los llevó hasta las dependencias de la Policía Internacional.
Ese mismo día se esperaba la llegada del Presidente de la República, Sebastián Piñera y la ciudad de Punta Arenas era noticia internacional por el escándalo de perros asesinados y acusaciones de profanación a la Catedral por exaltados defensores de los animales.
Negrete que justo comenzaba la subrogancia de Jefe de la Policía Internacional, asumió la tarea con diligencia.
“Tenían carné de tripulante”, dice Negrete, esa era la primera pista.
Después vinieron varios minutos de silencio, gestos, mímica...
Unos braceos al aire del policía y Van Xuan Pham, Duy Tung Nguyen y Xuan Chung Le, todos nombres apuntados en la identificación, casi al mismo tiempo negaron cabeceando de izquierda a derecha. Pero hicieron el gesto técnico del movimiento profundo de alguien que rema.
“Ah, llegaron en una embarcación y dónde está”, se preguntó el oficial. Más tarde descubrió que los restos de la frágil nave se los había tragado el mar.
Entonces el tiempo transcurrió eterno entre señas e incomprensiones… finalmente, Negrete, logró conocer el nombre del barco que habían llegado: Shang Mang, una nave camaronera con bandera China.
El oficial partió de inmediato a la Capitanía de Puerto, ahí le informaron que el barco había arribado el domingo 13 de enero, a las 13 horas y zarpó sin tres tripulantes el lunes, pasada las 14 horas. Ya navegaba en aguas internacionales y los vietnamitas estaban ilegales, habían ingresado clandestino al país.
Desde entonces quedaron bajo la custodia de la Policía Internacional, Polin.
Un mar solidario afloró espontáneo entre los magallánicos que llegaron hasta el recinto con chocolates, ropa, útiles de aseo, cigarrillos. Los mismos funcionarios todos los días hacen “cuchas” para apoyar comidas y atender bien a los ilegales. “Van a tener que regalarles una maleta porque les han dado harta ropa nueva”, comenta un oficial, mientras les explica a los vietnamitas que respondan un cuestionario con preguntas en su idioma que preparó Finde para conocer más antecedentes, gracias a las ventajas que entrega Google Translater.
Lo más sorprendente relata el subcomisario es que nadie en la Región de Magallanes habla el idioma vietnamita.
En trece días de estadía toda la comunicación ha sido a través de gestos: Pulgares hacia arriba, señalando aprobación; dedos índice y medio en forma de “V”, simbolizando paz. Movimientos de cabezas de arriba hacia abajo, agradeciendo; de izquierda a derecha, negando. Nadie queda indiferente con la simpatía de los vietnamitas.
En breve tiempo todos los que rodean a Van Xuan Pham, Duy Tung Nguyen y Xuan Chung Le, se transformaron en expertos en comunicación no verbal. Hablando a lo Tarzán, consiguen sonrisas de los orientales y los vietnamitas cigarros. Estos últimos aprendieron rápido a gritar el “Ceachei” y son fanáticos de la Selección Sub 20, no se han perdido ningún partido desde que están en Punta Arenas.
La rutina comienza a las ocho de la mañana, todos los días constatan lesiones en el Hospital Regional; después se van a duchar al Hogar de Cristo. Y a ratos, acompañados siempre de algún policía, recorren la ciudad. Están felices y agradecidos, “del infierno pasamos al paraíso”, escriben en vietnamita, el segundo idioma austroasiático más hablado del planeta, incluso tiene más hablantes que la lengua camboyana.
Un día llegó una madre con su hija que cursaba clases de Coreano hasta el cuartel policial. Querían ayudar, pero la comunicación fue imposible.
Domingo 13 de enero
La deserción rondaba por sus cabezas, cuando asomaron en las costas de Perú, pero se decidieron veinte días después, cuando el barco camaronero Shang Mang, llegó hasta las riberas de Punta Arenas, el domingo 13 de enero. Ese día, pasada la medianoche, improvisaron una balsa con madera y escaparon de un futuro negro.
Van Xuan Pham, Duy Tung Nguyen y Xuan Chung Le acusan “sueldos miserables”, “explotación laboral”, y la imposibilidad de terminar un contrato que los obliga a trabajar dos años mar adentro. En busca de la libertad, los tres orientales remaron cerca de una hora por el Estrecho de Magallanes antes de llegar a una ciudad de la que no tenían idea y donde ningún habitante en toda la región habla su idioma.
Explotación laboral
“En el barco trabajamos con exceso de tiempo, casi 24 horas seguidas”, explica Xuan Chung Le, el más joven de los tres y el único que no tiene esposa ni hijos. Nació en la provincia de Nghe An, la misma donde nació Ho Chi Minh (El que Ilumina), héroe nacional y libertador. Ubicada en la costa central, al norte de Vietnam. La localidad posee una superficie de 16 mil 487 kilómetros y más de tres millones de habitantes. Gran parte del territorio lo dedican al cultivo del arroz, una dieta que no han descuidado en Punta Arenas. “No puedo existir sin comerlo”, comenta.
“En un mes recibimos un poco menos de 450 dólares mensuales de sueldo (cerca de 211 mil pesos), sin la posibilidad de salir del barco. Es muy poco para todo lo que trabajamos, casi no hay tiempo de descanso”, reitera Duy Tung Nguyen. También nació en la provincia de Nghe An. Tiene dos hijas y está casado con una maestra de escuela, lo único que quiere es regresar a su tierra, aunque está muy agradecido de la Policía que se transformó en poco tiempo en su familia.
Van Xuan Pham pertenece a la provincia de Ha Tinh, ubicada al sur de Nghe An, un lugar en que los desastres naturales son frecuentes. Cada otoño el Estado gasta un porcentaje importante del presupuesto en emergencias, principalmente inundaciones, explica Minh Nguyen, cónsul de Vietnam en Chile.
“Trabajamos muy duro, a veces no alcanzamos a descansar, y seguimos trabajando sin parar, por eso decidimos irnos”, indica Van Xuan Pham.
Aseguran que no sabían nada de Chile, menos de Punta Arenas. Incluso pensaban que el agua era más cálida, pero no se arriesgaron a nadar e hicieron una balsa con la madera en desuso que encontraron en el barco.
Gran parte del tiempo están mar adentro, rodeados de agua. La desconexión es total, casi como una cárcel con rejas de agua salada.
“Nuestro contrato dura dos años y recién llevábamos tres meses de viaje, habíamos zarpado de Taiwán y ya no dábamos más, teníamos que escapar y no pensamos dónde, sólo que acá el barco estaba más cerca de la orilla”, explican.
En el momento que el buque Shang Mang esperaba por un piloto para cruzar el Estrecho de Magallanes los vietnamitas se dieron a la fuga.
La legislación obliga a todos las naves que cruzan por el Estrecho a recurrir a un piloto, sólo hay doce para todas las embarcaciones y dependiendo del calado se requieren hasta dos guías, eso hace que se generen en algunas ocasiones verdaderos tacos marinos. Congestión que llama en muchos casos a la fuga. Así ocurrió en el mes de diciembre, con cuatro chinos que buscaban libertad. No lo lograron, murieron ahogados y por hipotermia.
“La gente acá es muy amable y también la policía hemos recibido mucho apoyo y ayuda de ellos, agradecemos a la gente de Punta Arenas y a la PDI en particular”, escribe Duy Tung Nguyen.
“Nos sorprendimos mucho, porque la Policía acá es gente bien abierta que vive como la gente normal, no hay diferencia con el resto de los ciudadanos. Tenemos muy buena impresión de Punta Arenas, Chile… de todo el mundo. Gracias”, dice Xuan Chung Le.
Finalmente todos señalaron que desean volver a su país lo más pronto posible, y en el futuro quizás regresar legal y acompañados de su familia.
Despiden a Finde con un “Ceacheí”

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