Opinión Boris Stipicic Matic

Para la colectividad croata de Magallanes y la diáspora croata que vive en Chile, es muy importante la llegada del actual Primer Ministro Zoran Milanovic. Un político socialdemócrata, líder en su partido, de 46 años de edad, quien firmara la incorporación de Croacia a la Unión Europea, que se oficializará el 1 de julio del presente año.
Uno de los problemas que tiene que enfrentar desde ya, es establecer el derecho a las minorías sexuales y el reconocimiento legal de las parejas de un mismo sexo, tema muy recomendado por la Comunidad Europea antes de la firma.
En Croacia la clase política pertenece a los extremos políticos, donde la Iglesia católica ha tenido una importante influencia sobre sus gobiernos a partir de 1990 año de su independencia. Estos conflictos se remontan a antes de la Segunda Guerra Mundial y Magallanes no estuvo ajeno y se dio esa misma influencia por varias décadas, la que duró hasta la construcción del monumento al inmigrante emplazado en un paño de la Avenida Bulnes.
Fue ahí donde todos los croatas de la región se dieron la mano y así se cicatrizaron las heridas entre los nacionalistas partidarios del mariscal Tito y los conservadores opositores del ustaza Ante Pavelic. Estos últimos fueron los que denunciaron de comunistas a varios dirigentes partidarios del régimen de Tito, esto fue en el periodo del Presidente González Videla quien promulgó la ley maldita en el año 1948 para que sean encarcelados, relegados o expulsados del país.
Los croatas de Magallanes durante la Segunda Guerra Mundial trabajaron por su pueblo, cuando éste estaba ya bajo el yugo de Hitler, enviando ayudas en ropa y alimentos. Por ese motivo, cuando llegó a Chile en el año 1963 el Mariscal Tito, condecoró a muchos dirigentes de la colectividad por el sentimiento eslavo que tenían por la madre patria.
La realidad actual de la colectividad croata es muy distinta, poco se conoce de su historia pasada, no es lo quisieran sus descendientes y los que les legaron sus antepasados, muchos de los actuales dirigentes que aparecieron después del año 1990, cuando todo estaba hecho. Han cerrado el club a sus socios, un lugar de encuentro y entretención, fue como la segunda casa, esto hace ya 17 meses y la excusa que tienen es que no es rentable mantener un club para tan pocos socios, hasta el capitalismo o el neoliberalismo llegó a la institución; es bueno que el Primer Ministro y la embajadora se enteren cómo trabajan por la colectividad croata y su institución, la vara del pasado les quedó muy alta y cuando el señor ministro visite el cementerio municipal y vea las cientos de lápidas con apellidos croatas, sabrá que es ahí donde descansan los restos de los verdaderos patriotas que llegaron un día, formaron familia, trabajaron y murieron en Chile, pero tenían los ojos y el corazón puesto en Croacia; es lo que representa el monumento al inmigrante croata.