
Al menos así se dejó entrever en pescaderías de la ciudad en las que, el costo de róbalos, merluzas y salmón, alcanzan desde los 2 mil 200, hasta los 5 mil pesos el kilo, valores similares a los que tiene un kilo de posta negra o rosada en carnicería locales, los cuales en promedio ascienden a los 6 mil pesos.
Pescaderías
Pero entonces ¿por qué nos acordamos de los mariscos y pescados sólo para Semana Santa? De acuerdo a Said Aleuy, dueño de la pescadería El Turko Said, ubicada en el Barrio Sur, se debería a una falta de costumbre junto a otros problemas que influencian la baja del consumo como la Marea Roja y cuotas de pesca: “No sé si debería ser más pero debiera existir un hábito un poco más balanceado, para que el consumo no sea sólo una vez al mes, o solamente nos acordemos del consumo de pescado en Semana Santa, sino que debiera ser una a dos veces en la semana”, detalla el propietario.
Actualmente su pescadería ofrece róbalo, congrio, salmón, merluza, reineta, blanquillo, granadero y pangasio. Este último es un pescado de agua dulce proveniente de Vietnam: “El pangasio entró al país y anda muy bien en Argentina y en Chile”, manifiesta. Además, los precios de estas especies, de acuerdo a Aleuy, no varían mucho durante el año, entre 2 mil 800 a 6.500 pesos.
Por su parte, Antonia Arizmendi, dueña del local La Picada, ubicado en Avenida Frei, relata que ha visto en general un aumento progresivo del consumo de pescados y mariscos, aunque estos últimos son sin duda los que más vende en su local: “lo que es marisco, productos como cholga y almeja, eso sí se consume bastante”, explica. Arizmendi detalla que este producto se vende más los fines de semana cuando se producen las comidas familiares “especialmente para curanto”, indica.
Los precios de pescados en La Picada, rondan entre los 2 mil pesos, y hasta los 5 mil para róbalos, merluzas y salmón, en tanto que la cholga está a 3 kilos por $ 1.000 y las almejas a dos kilos por $ 1.000.
Nutrición
Pese a la gravedad de los datos, el año pasado Magallanes se coronó como la primera región con más obesidad del país, con un 34% de personas obesas, en contraste con el 26% de media a nivel nacional, los malos hábitos alimenticios, y la vida sedentaria del magallánico persiste. Lo cual sumado con un ajetreado nivel de vida, forman parte de un círculo vicioso que puede acarrear graves enfermedades como diabetes y otras asociadas al corazón.
Para la nutricionista y máster en trastornos alimenticios de la Universidad de Valencia, Patricia Vera - quien atiende mayormente a pacientes con problemas de sobrepeso y obesidad-, el estilo de vida es determinante a la hora de buscar una condición de vida saludable: “La verdad es que los magallánicos se están alimentando según los estilos de vida que llevan. La gente vive muy acelerada, y come cosas de preparación muy rápida, prefiere cosas ya pre elaboradas, no cocinan mayormente como antes, la gente ya no se dedica a cocinar. Trata de comprar productos ya listos” declara la experta, agregando que aunque el precio de productos saludables son efectivamente más caros, la comunidad sigue optando por otros alimentos menos nutritivos, y del mismo valor “La gente prefiere una bebida antes de comprar cosas para la ensalada, entonces también es un problema cultural. No priorizan cosas naturales”.
La nutricionista también apuesta a una alimentación variada, y a elegir productos menos tradicionales: “Se debería integrar más frutas y verduras, el pescado sobre todo, hacer más dinámico el menú, incorporando más verduras que la lechuga y el tomate. A pesar de que en el supermercado hay variedad, la gente se cierra en eso”.
Finalmente la especialista recomienda buscar la asesoría de un nutricionista no sólo cuando se diagnostica algún problema, sino para tomar decisiones informadas y guiadas sobre hábitos alimenticios saludables.