
Aurelio Pérez, no podia dejar de comentar que también lamentaba mucho las muertes de Amelia, La Nany y El Toño, sus gatitos. Aurelio Pérez apenas podía contener el llanto mientras limpiaba los escombros de lo que fue su casa y la de su suegra, levantadas en el mismo sitio y que resultaron destruidas por el incendio en el cerro Rodelillo de Valparaíso. “No pudimos rescatar nada. Da impotencia estar al frente (en la vereda) y ver cómo se quemaba mi casa y no poder hacer nada, es terrible”, repetía, pero sin dejar de comentar que también lamentaba mucho las muertes de Amelia, La Nany y El Toño, sus gatitos. Aunque quizás no es un problema de primer orden frente al enorme daño que provocó el incendio de la tarde del jueves, el drama de las mascotas muertas, heridas y perdidas tras el paso de las llamas es un doble golpe para las familias porteñas, y sobre todo para los niños, que las cuidaban como un integrante más de sus casas. De hecho, muchos de los damnificados limpiaban sus sitios, removiendo palos quemados y planchas de zinc retorcidas con la esperanza de encontrar a sus animales. “Las mascotas han sido las más afectadas, hay muchos animales por el cerro que todavía están con sus bigotes y patitas quemados, porque no había por dónde arrancar. Hay mucho animal muerto por todo el cerro, desde la Avenida La Planchada, si caminas por los escombres, vas a encontrar muchos gatitos y pajaritos muertos”, explica un vecino.