Ley de Tabaco pone epitafio al carrete

General
23/02/2013 a las 11:07
Cuatro décadas atrás, la Narda deslumbraba, todavía le queda la risa contagiosa. Llegó a Punta Arenas con las “Barbarellas”, cinco mujeres que dictaban sabor y respeto a la noche. Su presencia causaba envidia. ¿Usted que lee, ha estado en el “María Teresa”, el cabaret más antiguo de la ciudad?
Adelante, pase: La casa tiene más de cien años y en sus paredes aún palpitan nostálgicas noches antiguas. Un estrecho y largo pasillo salpicado de piezas a sus costados… al fondo un gran salón vacío, cortado por una elegante barra. A la izquierda una escalera, por donde una “señorita” baja distraída: “Arréglese ya, mijita”, dice con amabilidad la “Narda”, la regenta más antigua de Magallanes.
-¿Narda es
su nombre?
-Dejémoslo ahí no más –dice seria, pausada, con una mirada que encuentra los cajones olvidados del recuerdo… Y uno a uno los empieza a abrir: “Cuando partí, la bohemia gozaba de elegancia, glamour… respeto”, dice afligida.
Eran los tiempos que el “María Teresa” tenía orquesta y la fiesta no diferenciaba el día de la noche. El “Finito” tocaba el piano, “un caballero bien gordito que tenía mucho talento musical, parece que se fue a la Argentina”, señala.
-¿Por qué
le decían finito?
La pregunta rebota en la sala vacía y la Narda mantiene el silencio. No habla de los nombres. Tampoco de sus clientes, esos son secretos y los guarda en el corazón y en un libro que asegura escribe. En sus páginas desfilan mujeres de vestidos largos, “yo partí con veintiséis señoritas, y recalco señoritas. En el local yo siempre pongo las reglas”, explica.
Cuatro décadas atrás, la Narda deslumbraba, todavía le queda la risa contagiosa. Llegó a Punta Arenas con las “Barbarellas”, cinco mujeres que dictaban sabor y respeto a la noche. Su presencia causaba envidia.
“No sabes cuánto se extraña la antigua bohemia. Todos los barcos que llegaban pasaban por acá, funcionábamos día y noche y siempre manteniendo el respeto. Nunca he tenido problemas con vecinos, por ejemplo. Yo soy de las fundadoras de la Junta de Vecinos del Barrio Croata”, dice orgullosa.
Asegura que la receta de un buen local está en cuidar a los clientes, “acá no entra cualquiera, no discrimino, pero las reglas las pongo yo y el respeto es lo primero. Los cuido tanto que si alguno se pasa de copas le retengo las llaves del auto y lo envío en taxi a la casa”, precisa y al mismo tiempo se enoja: “No sé qué le están haciendo a la noche, un día de estos voy a cerrar, el negocio no resiste”.
-Mijito, se sirve un jugo –ella misma lo va a buscar al bar, le coloca dos trozos de hielo que burbujean al caer y dice: “Ya puse mi bandera negra, la noche está de luto. Hablan de que somos una región privilegiada, pero nos están cortando las manos. En una semana sólo vendí una cerveza. ¿A dónde nos quieren llevar? Esta ciudad hace rato que perdió su condición de puerto. Ahora con la Ley del Tabaco, quebramos todos, y los que van a ganar son los clandestinos que no pagan impuestos y crecen por todos lados”.
La bandera negra del María Teresa flamea bajó el luminoso cártel, en protesta por la Ley de Tabaco. Partió con veintiséis “señoritas” –recalca- y hoy cuenta con seis.
La noche en taxi
Para Felix Martín, 38 años, la noche tiene ruedas. Lleva más de 17 años de taxista y asegura que conoce todos los pliegues y las pataletas del “carrete”.
“Hoy todos andan apurados, contra el tiempo. A las cinco de la mañana los locales cierran y la gente trata de hacer todo en menos tiempo. Y cuando los pub cierran el carrete sigue igual hasta pasada las siete de la mañana, los que tienen más plata se van a un clandestino y otros siguen en la calle y se arman peleas por todos lados”, lo dice molesto, con actitud de filósofo. Y es que las cavilaciones y la realidad adquieren una tesis poco escuchada.
-¿Hay clandestinos?
-Hermano, está lleno, por todos lados… ni te imaginas cuántos. Todos los locales están quebrando y eso va a seguir, la Ley de Tabaco les va a dar el amén final –dice.
Eran las cinco de la mañana, el taxi para frente a una discoteca. Dos parejas de mujeres se suben, una por cada puerta. “Se agarraron de las mechas, empezaron a pelear de quién se había subido primero”, explica para graficar la tensión que existe a la salida del carrete. Y continúa: “Nunca antes había visto tanta arma blanca en la noche, realmente yo creo que las restricciones extremas, generan un extraño efecto que está matando la bohemia. Ya casi no existe”, anuncia Felix Martín.
“Lo terrible”, señala y adquiere una postura de filósofo de la noche: “Es que Magallanes es distinto a otras ciudades, en invierno imagínate quién sale a fumar a la calle, se congela, cómo lo van a hacer las discotecas… van a cerrar, el panorama no es bueno y lo que más rabia me da es que las autoridades durante sus campañas se jactan en decir que somos autónomos… bueno que ahora lo demuestren”, precisa y mira a un vecino que le da una piteada a su cigarro, como despidiéndose.
“Nadie nos escucha, los que hacen las leyes no conocen la noche. La noche es otro mundo, la persona cambia, no es el mismo oficinista de día… llega a liberarse, vivimos una realidad muy opresiva, las personas sacan otro “yo” y a ese espacio cada vez le colocan más reglas, restricciones y nace más violencia”, lamenta.
Dudas infinitas
“¿Cómo enfrentamos al cliente que fuma? o si hay un grupo de mujeres que entra a fumar al baño, ¿tengo que entrar y echarlas? Me podrían acusar de acoso... qué sé yo, tengo tantas preguntas y ninguna autoridad disponible para responder”, lamenta Manuel Agüero, dueño del pub Kaos, ubicado en Ignacio Carrera Pinto 1052.
Lleva más de tres años y medio a cargo del pub y asegura que el pasado miércoles invitaron a todas las autoridades de gobierno, municipales y de salud para conocer más sobre la normativa: “Nadie llegó, todos se excusaron... para hacer la Ley nadie consultó el parecer de las personas que trabajan en la noche... la verdad es que están matando la bohemia. Tanta restricción lo que hace es generar más violencia y descontrol”, explica.
-¿Cómo es eso?
“La gente anda acelerada y cada vez tiene menos espacios para desestresarse, lo único que les va a quedar son los locales clandestinos que proliferan por todos lados y nosotros que respetamos la normativa, somos los más discriminados”, finaliza

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