Falleció destacado atleta Humberto Maldonado

General
25/02/2013 a las 07:18
Un hombre que dejó huella en el atletismo regional. El destacado ex atleta magallánico Bernardino Humberto Maldonado falleció el sábado 23 de febrero. Recordado como un hombre correcto y de vida ejemplar, dejó de existir a los 67 años debido a un derrame cerebral.
Retirado de las pistas, su última profesión fue carpintero, pero también trabajó en frigoríficos, donde finalmente se jubiló.
Según sus cercanos era un hombre dedicado a su familia, razón por la que la muerte de su hija y su padre en tan corto tiempo, motivó su alejamiento del deporte cuando aún tenía una larga y promisoria carrera por delante. “No fue el mismo”, reconoce su hermano Rubelindo Maldonado.
Padre de cuatro hijos: Angélica, Olga, Humberto y Claudia, recién a los 18 años comenzó a gustarle el atletismo, durante su época en el servivio militar en la Armada. En los 70’ su profesionalismo y dedicación lo llevó a hacerse un espacio dentro del deporte regional y nacional.
Campeón de varias maratones realizadas en Magallanes, Rubelindo recuerda particularmente la carrera de postas de 1972 entre Puerto Natales y Punta Arenas.
“Humberto tenía 24 años en esa época, yo tenía 28”, recuerda. “En ese tiempo se corrían maratones de verdad, los circuitos grandes”, explica.
Luego Humberto fue campeón nacional. “Pudimos haber ido a correr a Costa Rica, pero no había recursos”, lamenta su hermano.
Sin embargo, lo que marcó la mayor dificultad para el ex atleta fueron las muertes sucesivas de su hija Olga y de su padre José al año siguiente.
“Él estaba en Santiago para correr una maratón cuando su hija cayó enferma. Yo la llevé a Santiago para que estuvieran juntos”, recuerda Rubelindo.
En aquella carrera, Humberto compitió con la preocupación del estado de salud de su hija más pequeña, su hermano asegura que no rindió su máximo potencial, pero aún así recuerda que quedó tercero en esa competencia, una de las últimas de su carrera. Al año siguiente, el fallecimiento de su padre motivó su retiro definitivo de la actividad en 1977.
No es fácil para Rubelindo hablar de su hermano Humberto, nombre por el cual era más conocido que Bernardino. Se nota la pena en sus ojos, ha pasado un día desde el fallecimiento de su compañero de tantas competencias deportivas y muchos otros juegos de la infancia.
“Nuestro padre ya no competía cuando comenzamos con el atletismo, pero seguía entrenando con nosotros, motivándonos”, recuerda. “Éramos de Ancud, pero viajaba constantemente. En el año 1959 nos vinimos con todo a Punta Arenas”, explica.
Con el deporte en la sangre
La familia Maldonado ha estado ligada al deporte hace muchas generaciones. De los siete hombre y cuatro mujeres que componen el núcleo de hermanos, muchos de ellos fueron deportistas, y a pesar que el jefe de familia practicaba atletismo, la gran mayoría ha optado por el fútbol. Así cuenta Rubelindo, quien junto a Humberto corrieron en distintas maratones a lo largo de la región y el país.
“Humberto jr, su hijo, salió futbolista. Una sobrina corrió un tiempo, pero no quiso. Igualmente otros sobrinos son seleccionados en Barrio Sur y Rio Seco en todas la categorías”, asegura.
Su hermano está orgulloso de la vida que lo ligó al deporte. “Corríamos todos los domingos, en el atletismo hay que cuidar mucho el estómago, así lo hacen los deportistas, es fundamental”, asegura. “Yo preparaba mi dieta desde el jueves. Ni mi hermano ni yo nunca fuimos de fiestas. Siempre responsables y conscientes de que no era adecuado para la actividad que amábamos”, confiesa.
Rubelindo asegura que el hecho de ser el que vivía más alejado de la ciudad lo motivavba aún más para las competencias. “Me despertaba a las cinco de la mañana, vivía en Rio Seco, caminaba e iba casa por casa despertando a mis compañeros de equipo para que, a las siete de la mañana estuviésemos en el lugar donde nos llevarían a competir, todos los domingos”, recalca.
A diferencia de su hermano, siguió ligado al deporte de su padre. Luego de su retiro de la actividad en 2006, se ha enfocado en buscar algún integrante de la familia que tome la posta en el atletismo. Que siga viva la tradición. “No se puede obligar a las personas, cuando se quiere, no hay nada que hacer”, lamenta, aunque mantiene viva la ilusión de que el atletismo brote por los poros de su familia nuevamente y él pueda estar ahí para guiarlo. “Hay un nieto que podría ser”, confiesa. Quizás sea él quien pueda seguir los pasos de su abuelo, tomar la posta, y terminar la exitosa carrera deportiva que quedó inconclusa.

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