Obsolescencia programada: fabricados para morir

General
25/02/2013 a las 07:52
Esta práctica económica, con más de 80 años de vida, ha surtido efecto, ya que las personas utilizan cada vez menos los servicios técnicos, y prefiriendo comprar un producto y tirar el viejo, con el evidente impacto al medioambiente. El tema parte por un hecho cotidiano. La avería de un microondas hace que un padre “chapado a la antigua”, busque por todos los servicios técnicos de Punta Arenas el repuesto necesario para arreglar el artefacto, búsqueda que luego de pasar por muchas casas de servicio técnico, algunas que ya no existen, otras que recomiendan comprar uno nuevo, termina por encontrar el dato de quien lo repara por sólo quince mil pesos. Pero eso por lo general es la excepción de la regla.
Y es que parece que nuestros abuelitos tenían razón: “Las cosas ya no son como antes”, los refrigeradores que duraban más de 15 años, ahora sólo duran cinco. Los televisores gigantes de más de 20 años en las casas (a tubos), fueron reemplazados por pantallas LED, que tienen una media de tres a cinco años y que en menos de ese tiempo parecieron dejar obsoletos a los Plasma y LCD. Aquello es sólo un ejemplo de algo que suma y sigue con la mayoría de los artefactos electrónicos que tenemos en casa.
Pero, ¿será sólo una casualidad?. Un ejemplo desde los Estados Unidos nos indica lo contrario: una ampolleta que este año cumple 112 años prendida en una estación de bomberos de Livermore, California, nos recuerda que las “teorías de la conspiración” a veces tienen sustento. Una nace en la década de los 30 bajo el nombre de “Programados para morir”.
Las ampolletas, que se han vuelto el estandarte de un movimiento internacional llamado SOP, Sin Obsolescencia Programada, dan el punto inicial a este hecho del marcado: que las cosas están siendo fabricadas para un determinado tiempo de vida, para fomentar el consumo, la economía y, por lo tanto, hasta la creación de más puestos de trabajo.
Servicios técnicos
Aunque sin el sustento teórico, varios servicios técnicos de la ciudad nos refrendan lo relatado. Las cosas no sólo duraban mucho más, sino que ahora las grandes marcas no se molestan en fabricar repuestos o sólo hacen unos pocos a precios extravagantes. ¿La razón?: para que la gente compre nuevos. De hecho, la idea ya está instalada en la conciencia de las actuales generaciones, relata, uno de ellos: “Ahora sólo las viejitas llegan a arreglar sus productos”.
Los más, señalan, llegan para cobrar las garantías, las que de acuerdo al artefacto, consideran la reparación o simplemente se cambian por nuevos. Esto, ya que a veces la pieza a cambiar no es tan cara como la mano de obra, que oscila entre los 9 mil y 10 pesos por hora, lo que comparado con todos los elementos pequeños de línea blanca, como planchas, hervidores, secadoras de pelo, tostadoras, no vale la pena pagar, explican, por lo que las marcas tienen la orden de cambiar por nuevos, Además, algunas marcas incluso tienen la política de no arreglar algo que tenga más de siete años de vida.
Computacionales
En servicios de reparación de artefactos computacionales también revelan la “triquiñuela”: los repuestos tienen sólo tres meses de protección, en comparación a un artículo nuevo, que ronda en al menos un año de protección. “Si tú compras una pantalla que te cuesta 70 a 80 mil pesos, más la mano de obra, te va a salir lo mismo que comprarte un notebook nuevo”, explican. A esto se suma la constante actualización de las tecnologías, que inciden en que a pesar de tener un producto en perfectas condiciones, los consumidores busquen “la novedad”.
Actualmente, la mayoría de estas empresas funcionan gracias a los artefactos más caros, como maquinaria especializada, con lo cual han logrado sobrevivir a medida que cambian los tiempos y los hábitos de consumo. De hecho a lo largo de los años, han sido varias las casas de servicio técnico que han quebrado, y es que antes de realizar reparaciones, y con precios más convenientes como los de la Zona Franca, la gente prefiere nuevo.
Hecho lamentable si se tiene en cuenta que la mayoría de estos productos no están hechos con elementos reutilizables, siendo la mayoría destinados a vertederos municipales y, más aún en Punta Arenas, donde las instancias para reciclar son escasas. Sólo el plástico necesita entre 100 a mil años en degradarse en el ambiente.
Historia
Pero ¿por qué la gente prefiere nuevo, antes de seguir reutilizando sus artefactos de siempre? En este punto hay que remontarse a la década de los ’30, cuando un economista propuso terminar con la depresión con la obsolescencia programada y obligada por ley. De hecho, en 1881 la bombilla eléctrica de Tomas Edison duraba mil 500 horas, treinta años más tarde tenían una vida útil de 2 mil 500 horas, y luego en Estados Unidos se pactó una duración de sólo mil horas.
El concepto también es utilizado como Obsolescencia Percibida, y esta trata de la poderosa industria de la publicidad para hacer creer que es necesario actualizar las cosas, desde el último modelo de celular hasta la vestimenta, aunque se tenga una en perfecto estado. Empresas como Apple ya han sido demandadas por estas malas prácticas, específicamente con la venta de su Apple 4, la cual salió sólo siete meses después de su tercera versión. Otros ejemplos de obsolescencia programada se encuentra en las impresores que dejan de funcionar luego de imprimir un número límite de hojas, artefactos de ocio, como las Nintendo, que actualizan su tamaño y su diseño, pero con la misma tecnología; celulares que dejan de funcionar tras un cierto número de horas de uso; las medias de mujer y las baterías de los celulares.
SOP
Pero hay excepciones. Tecnología a prueba del tiempo existe. Aunque de acuerdo a empresarios como el español Benito Muros, ha debido recibir hasta amenazas de muerte, luego de crear con un grupo de ingenieros una ampolleta que dura 25 años de vida. El economista que creó el movimiento “Sí Obsolescencia Programada”, vende a través de la web sus productos, ya que ninguna empresa ha querido ponerlos a la venta comercial. Su página web: http://www.oepelectrics.com/.

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