General que comandó las tropas para conflicto con Argentina

General
16/04/2013 a las 08:39
“Gracias a Dios a ningún soldado nuestro se le escapó un tiro en la frontera”. El 22 de diciembre de 1978, a sólo una hora de la invasión a Chile, Argentina decide detener el “Operativo Soberanía” y aceptar la mediación Papal lo que en definitiva terminó evitando la guerra entre ambos países “hermanos”.
Después de 35 años reaparece en la escena regional un personaje que ese mes jugó un rol importante en la “cuasi guerra”, y que hoy recuerda gratamente su paso por estas tierras.
Es el ex comandante en jefe de la Quinta División de Ejército, Carol Lopicich Davidson, que estuvo en Punta Arenas entre el 2 de diciembre de 1978 y febrero de 1981, y desde su cargo fue testigo de la tensión que se vivió en Magallanes.
Recuerda que estaba en Santiago, era Director de Instrucción del Ejército, cuando el 1 de diciembre el entonces comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, lo llama a su oficina, “y mi general me pide venirme como comandante de división a Punta Arenas. Por supuesto que accedí, pero la condición fue que tenía que viajar al día siguiente, a primera hora. Ante mis dudas de no tener un pasaje en Ladeco o Lan le digo si con su edecán me podría conseguir uno. En ese momento mi general Pinochet me dice que tengo que presentarme a las 8 de la mañana del día siguiente en el Aeropuerto Cerrillos. Al llegar me esperaba en el terminal el avión jet de Mathei (el entonces comandante en jefe de la Fuerza Aérea). Y en Punta Arenas me fue a esperar al aeropuerto el general Nilo Floody Buxton, quien era intendente, comandante en jefe de la Región Militar Austral y comandante en jefe de la Quinta División”.
Ambos se conocían porque Floody había sido su instructor de caballería en la Escuela Militar, “así que realmente fue un agrado venir a colaborarle y tomar el mando absoluto de la Quinta División”, recuerda Lopicich.
17.000 hombres
Los planes defensivos de Chile nunca se publicaron. Pero este hombre, que tuvo el mando absoluto de las tropas terrestres en Magallanes, dijo que la misión que le pidió el general Pinochet, fue la de disuadir, al Ejército argentino y eventuales enemigos para que no aconteciera lo que se visualizaba”.
En esa época la dotación normal del Ejército bordeaba las tres mil personas. Pero producto del conflicto, “tuvimos que traer gente desde Serena al sur, pasando por Santiago, Chillán, Concepción, hasta llegar a tener 17.000 hombres para enfrentar a los argentinos”.
Momento más complejo
Textos relacionados con el conflicto bélico refieren que el 21 de diciembre, estando Pinochet en la Escuela Militar, en una ceremonia de graduación de oficiales, su edecán militar, Jorge Ballerino le entregó un mensaje urgente de Punta Arenas que indicaba que las hostilidades se iniciaban.
“Por todas las comunicaciones que nos llegaban sabíamos que el 22 de diciembre Argentina iniciaba la guerra contra nosotros. Claro que afortunadamente imperó la tranquilidad de Videla (Jorge Rafael) que logró dominar a varios generales”, antes de que la Junta de Gobierno de Argentina aceptara la mediación Papal.
Las tropas chilenas estaban apenas a 500 metros de distancia del enemigo. Al igual que en Puerto Natales.
“Gracias a Dios a ningún soldado nuestro se le escapó un tiro en la frontera”. Además, Lopicich recuerda que el principal temor era que los argentinos llegaran a las islas y tomaran posesión de ellas. “Pero nuestros infantes de marina coparon las islas y estaban listos para defenderlas”.
Consultado por el potencial bélico, reconoce que los argentinos tenían cierta supremacía en la frontera, con una enorme cantidad de blindados. “Nosotros teníamos todas las medidas tomadas y estábamos preparados para que si iniciaban un ataque cortarle las comunicaciones”.
Se enorgullece de contar que “ellos nunca supieron cuál era nuestra dotación, porque siempre simulamos tener muchos más. Si apenas contábamos con ocho tanques y ellos figuraban con 80 en la frontera”.
Aunque bélicamente era desproporcionada la cantidad de armamento, lo que más favorecía a los soldados era el terreno. “Ellos tenían que avanzar hacia nosotros y nuestro plan de acción era cortarle sus comunicaciones y el abastecimiento para que no pudieran recargar los tanques”.
“La munición nuestra no era mucha, teníamos cierta debilidad, pero el espíritu era destacable. Recuerdo que no hubo ningún soldado desertor”, y sostiene que los oficiales dormían con su gente, no había casinos separados, “todos teníamos el mismo rancho y nunca faltó el abastecimiento. Lo importante es que nadie estaba dispuesto a ceder ni un solo milímetro”.
Una de las reflexiones que realiza este oficial en retiro es que los argentinos tienen grandes virtudes como deportistas, pero nunca han sido guerreros.

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