Por eso hoy valora tanto el ser donante, “porque gracias a la familia que me entregó un órgano hoy estoy acá”.
El miércoles, a las seis de la tarde, volvió a Punta Arenas con su marido, Ronald Rojas. “Fue emocionante el retorno. La familia me fue a esperar al aeropuerto y mi casa se llenó de gente. El reencuentro con todos ha sido muy emocionante”, indicó.
De cómo vive su post trasplante, señala sentirse súper bien, como antes. “Pero sobre todo muy agradecida de la gente, especialmente de los magallánicos. Créanme que les agradezco a todos lo que hicieron por mí, especialmente las cadenas de oración y siempre estuve al tanto de que seguían mi caso”.
Segunda oportunidad
El trasplante marcó para ella una segunda oportunidad de vida. Así lo siente y resalta. Y resalta que “a partir de esto aprendí a ver la vida de otra manera. Ahora disfruto cada momento y asimilo las cosas desde otro punto de vista, sobre todo después de estar al borde de la muerte. Por eso ahora tengo que aprovechar al máximo la oportunidad que me dieron de seguir viviendo”.
Sobre los trasplantes, Marisel espera que la gente tome conciencia cuando una persona necesita un órgano. “Muchos llevan años esperando y debe ser horrible”, y recuerda que en su caso no fue así, ya que fue prioridad nacional y tuvo un donante enseguida.
Llamó la atención de la gente que se inscribe como donante pero que cuando fallece la familia se opone.
Esto lo reafirma su esposo, Ronald Rojas, quien reiteró el agradecimiento a la familia que donó el hígado para que su mujer siguiera viviendo. “Estamos volviendo a la normalidad. Al principio fue muy duro, triste el proceso, la pérdida de nuestra hija, pero ahora estamos bien gracias a la segunda oportunidad de vida que le dieron”.