
Sin embargo, los alumnos de los 10 colegios con mejores resultados en la PSU, quienes conforman la elite de la prueba, todos particulares pagados, sólo se decidieron por un puñado reducido de programas y planteles.
Según un análisis realizado por La Tercera, con los datos del último proceso de admisión, obtenidos del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre) de la U. de Chile, la mitad de esos alumnos postuló y fue seleccionado por tres programas, todos tradicionales y con altos sueldos: Ingeniería Comercial y Civil y Derecho. Las dos primeras, de hecho, concentran casi un 40% de las postulaciones de los más de 600 alumnos que egresaron de estos colegios.
También la elección estuvo acotada a un grupo limitado de universidades. Tres de cada cuatro alumnos de esos colegios se fue a cinco planteles: la UC y la U. de Chile (que captaron a casi la mitad) y las privadas U. Adolfo Ibáñez, U. de los Andes y UDD.
“Una buena parte de la elite chilena se está educando en espacios homogéneos, con escasas posibilidades de una integración social más amplia. En otras palabras, el sistema contiene distintas modalidades de exclusión social y de reproducción de la desigualdad, ya sea a través de instituciones o por medio de carreras profesionales”, opina el director de estudios del Foro Aequalis de Educación Superior, Francisco Durán.
Para él, el fenómeno es preocupante, pues tiene, como consecuencias, un escaso desarrollo de competencias sociales. “Es decir, poca capacidad de diálogo con personas con posturas distintas, poca comprensión de realidades diversas y fragmentación del tejido social entre las distintas clases. En buenas cuentas, es un reduccionismo de las perspectivas sociales”, agrega.
La realidad en algunos colegios es así: en los dos primeros establecimientos de la PSU (Cordillera, de Las Condes y Montemar, de Viña del Mar) más de la mitad va a una sola universidad. En el caso del Cordillera, de sus 69 egresados que quedaron seleccionados...
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