La acción y fuerza social del evangelio

General
15/06/2013 a las 10:45
En 1897, el minero del salitre, Tiburcio Rojas Ferrada, con temple de acero, fundó la prédica metodista en la región. Construyó templos y abrazó con acción decidida la palabra de Dios, poniendo énfasis en las necesidades sociales. La ilusión de cientos de trabajadores había sido derrotada por la explotación, las huelgas infructuosas, el cierre de las salitreras, la cesantía, y los rastros de la Guerra del Pacífico que, pese al paso de los años, todavía latía en las endebles fronteras del tiempo y el territorio. Pero la esperanza estaba intacta y sin pensarlo dos veces, Tiburcio Rojas Ferrada, laico metodista, aceptó la oferta del Gobierno de transporte gratis y entrega de tierras a todos quienes quisieran colonizar Magallanes.
Más de mil colonos zarparon de Iquique, primero; luego, Valparaíso. Atrás quedaba el abrazante calor de la pampa nortina, las salitreras cerradas, con olor a desierto, huelga y espejismos...
La madrugada del domingo 19 de diciembre de 1897, la nave Angamos fondeaba en el muelle y sus huesos metálicos podían después de 21 días de navegación descansar en el Estrecho de Magallanes.
El imponente buque a carbón, sorprendió a los pocos habitantes del entonces Punta Arenas. El diario El Magallanes titulaba: “Llegada del Angamos, 1000 huéspedes”. Todo estaba en pañales y todo estaba por hacerse. Ubicar a tanta gente no fue tarea fácil para las autoridades, y el clima se presentó con toda su dureza. Ninguno de los nuevos pioneros conocía ni tenía idea alguna de la región y sus características.
El Diario El Magallanes apuntaba entonces (transcripción textual): “…Algunos andan por ahí desesperados por la falta de trabajo, pues muchos tienen oficios que no existen en Magallanes i carecen de los recursos necesarios para adquirir las herramientas necesarias para establecer un pequeño taller. En jeneral, todos han comprendido enseguida que en Magallanes no es tan facil ganarse la vida como se les decia en el norte. Algunos, animosos, se conforman esperando pacientemente mejorar su suerte; pero otros muchos, pusilámines, se encuentran abatidos i todo su deseo es regresar al norte. Anteayer hemos visto en la oficina de la Gobernacion, casi llorar a algunos solicitando pasaje de regreso en el Angamos i creemos que se han vuelto un buen número, particularmente enfermos y ancianos, de los que han venido en cantidad. Ahí tienen nuestros colegas del norte los frutos de la propaganda hecha para colonizar Magallanes. Nuestro gobierno está haciendo pasear de norte a sur i vice-versa a nuestros paisanos, talvez para que conozcan bien el pais i gocen de los saludables aires del mar. Hemos sabido que ayer se repartieron 574 raciones, entre los dos locales, lo que significa como 700 personas, pues se calcula 2 o 3 niños por una racion i los bebes abundan. Significa también el dato anterior que solo se habrán colocado unas 50 familias i la mayor parte de las plazas de obreros estan ocupadas” (SIC).
La historia la tiene vívida el pastor Ronny Pulgar. La investigó y la cuenta con detalles, como si hubiera estado ahí. En el segundo piso del templo Metodista, ubicado en José Fagnano 430, un pequeño museo rescata parte de la historia regional, pocas veces narrada. Fotos viejas, retratos apilados, biblias antiguas, dos pianos de fuelle… Y en el centro de una pared el retrato de Tiburcio Rojas Ferrada: Bigote recio, mirada profunda y una dura convicción de no dar pie atrás, configuran el pintoresco retrato de 1897.
“La llegada a tierras patagónicas, fue una buena oportunidad para sembrar la semilla del evangelio en estas lejanas tierras. Tiburcio Rojas se dedicó a tiempo completo a proclamar el mensaje salvífico de Jesucristo. Las vivencias y experiencias del inicio del metodismo, no exenta de dificultades debido al crudo invierno austral y la oposición de parte del clero católico, son un fiel testimonio para experimentar, atesorar y dar a conocer la vida y obra de Tiburcio Rojas Ferrada, el colportor del confín del mundo”, precisa el Pastor Ronny Pulgar, quien llegó de la zona mapuche hace tres años, con su esposa y dos hijas a Punta Arenas.
Pero al pastor metodista el territorio no le es ajeno. Vivió su infancia y adolescencia en la tierra de las sombras largas. Y su padre, José Santos Pulgar, también fue pastor en Punta Arenas, durante la dictadura militar, una época difícil, donde muchos religiosos tuvieron que exiliarse, por la defensa que hacían a favor de los torturados y despojados. “Somos una congregación pequeña que trabaja intensamente, nos caracteriza la acción”, sentencia.
Con 50 años recién cumplidos, Ronny Pulgar, reconoce que no es fácil en estos tiempos “donde gobierna el consumo y la frivolidad”, presentar la palabra del evangelio: “A veces pienso que se ha perdido el respeto a Cristo”, asevera.
No obstante reconoce que el pecado está también en la Iglesia (Católica, Metodista y Evangélica): “Siento mucho dolor, porque hay personas que no deberían estar predicando y aprovechándose de la palabra de Dios… El pecado también está en la Iglesia y me causa mucho dolor”.
Pronto iniciarán un trabajo en el sector de Archipiélago de Chiloé, enfocado principalmente a prevenir vulneraciones en los derechos de la niñez y adolescencia. También se van a generar espacios de participación ciudadana en niños y jóvenes, como una forma de desarrollar un mayor compromiso en su comunidad. El Centro de Prevención Comunitaria, ya tiene nombre: Tiburcio Rojas Ferrada.
“Es un homenaje al fundador en Magallanes de la Iglesia Metodista y un ejemplo a seguir. Creemos que el evangelio es transformador del ser humano y lo hacemos desde lo social, atendiendo las necesidades y el evangelio. Ambos van juntos. Si alguien tiene hambre no puedo predicar y desentenderme de esa necesidad”, explica Pulgar.
El nuevo centro es el brazo extendido de Juan Wesley que funciona en la población 18 de Septiembre, por más de dos décadas. Fue la primera escuela del sector, hoy quieren rescatar la historia.
Además cuentan con el Centro de Diagnóstico Ambulatorio Clyde Tucker, en homenaje a un pastor metodista que ejerció por última vez en la ciudad, en la década del sesenta. Esta institución inicia su funcionamiento en el año 1996, como Centro de Tránsito y Distribución (CTD), buscando dar respuestas a la necesidad de contar con un centro especializado en el diagnóstico de situaciones de riesgo social. Se contempló en su funcionamiento la capacidad de orientar y derivar hacia y desde los centros de la red SENAME, red Social y tribunales de justicia, optimizando los recursos y resguardando que el ingreso de los beneficiarios a los distintos centros y programas de la red SENAME, fuesen los adecuados. Antes de la vigencia de la Ley Responsabilidad Penal Adolescente la institución tenía la labor de realizar las evaluaciones de discernimientos a jóvenes infractores de ley.
“La firme vocación pastoral del hermano Tiburcio, es claro testimonio de los años compartidos en esta zona magallánica. Fueron seis años de ardua labor y sacrificada vocación, no exenta de dificultades propias de las inclemencias del clima y el acérrimo ataque de aquellos que veían en el protestantismo una amenaza. Sin embargo, estas experiencias, decía Tiburcio, “no son nada, comparadas con la grandeza de la Gracia de mi Salvador Jesucristo, que ha abierto los caminos y preparado la tierra para la semilla del Evangelio”. Sus constantes luchas y desafíos fueron resultados positivos en el crecimiento de la obra. Se crearon capillas, escuelas y se abrieron hogares para la divulgación de la Palabra del Señor. Fueron años intensos y duros, pero recompensados con la bendición de Dios por las nuevas almas rescatadas del vicio y del infierno, a través de la obra redentora del Señor”, describe el pastor Ronny Rojas Ferrada.
Entre los años 1897 y 1903, la obra de Tiburcio Rojas contaba con Escuelas Dominicales y grupos de “clases” en seis barrios diferentes, servicios religiosos en la colonia, en la capilla inglesa, en Tres Brazos, Tres Puentes y Barranco Amarillo. Todos estos servicios eran atendidos por el mismo pastor que llegó de Iquique, sus hijos y hermanos laicos, denominados “guías de clases”. Su legado hoy rescatado por la Iglesia Metodista de la región.

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